Un hombre de Magdeburgo, de 62 años de edad, asegura haberse vacunado 217 veces contra el Covid en los últimos 29 meses y con 8 marcas de vacunas diferentes. De las 217 vacunas, 134 han podido ser confirmadas oficialmente, del resto no se ha encontrado constancia administrativa. El afectado alega que no cabían más certificados en las sucesivas cartillas de vacunación que había ido rellenando. Pero el número de 134 vacunas ha resultado suficiente para el equipo de investigadores de la Universidad Friedrich Alexander de Erlange-Nuremberg (FAU), con la doctora Ev-Marie Schuster a la cabeza, que ha decidido examinar su sistema inmunológico y que ha concluido que «funciona con total normalidad». Basándose de una serie de análisis de sangre, que el asiduo a las vacunas se había hecho con relativa regularidad desde 2019, y en pruebas llevadas a cabo en los laboratorios de la FAU, la concusión es que no hay efecto de la reiterada vacunación en su sistema inmunológico y que el único cambio es el aumento de la concentración de células de defensa contra el coronavirus y el nivel de anticuerpos en sangre. El equipo de la Fau lee estos resultados como una prueba de la gran tolerancia del organismo a las vacunas, pero igualmente desaconseja la sobrevacunación y advierte que no es posible extraer concluisiones a partir de un sólo indivíduo para toda la población. Por el momento no está claro qué efectos tiene la hipervacunación en el sistema inmunológico. Algunos científicos suponen que las células inmunitarias se vuelven menos eficaces, debido a los efectos de la habituación. Sin embargo, este no es el caso de la persona afectada. «Ciertas células inmunes y anticuerpos contra el SARS-CoV-2 son incluso significativamente más comunes en su organismo que en personas que solo han recibido tres vacunas«, dice el informe de la FAU , que también ha sido publicado en la revista especializada The Lancet. «Conocimos su existencia de esta persona a través de artículos periodísticos», ha explicado el profesor Dr. Kilian Schober, del Instituto Microbiológico, «luego nos pusimos en contacto con él y le invitamos a someterse a varias pruebas en Erlangen. Se mostró muy interesado y accedió a colaborar». A través de los llamados antígenos, el sistema inmunológico aprende a reconocer el patógeno real en caso de una infección posterior, permitiendo al organismo reaccionar más rápido y con mayor eficacia. Pero, ¿qué sucede cuando el propio sistema inmunológico del cuerpo se expone muy a menudo a un antígeno específico?, se preguntan los expertos. «Este puede ser el caso de una infección crónica como el VIH o la hepatitis B, que sigue reapareciendo», sigue explicando Schober, «existe evidencia de que ciertos tipos de células inmunitarias, las células T, llegan a fatigarse y liberan menos sustancias mensajeras inflamatorias». Estos y otros efectos de la habituación pueden debilitar la respuesta inmune. Seguimiento El estudio de este sujeto, en el que también participaron investigadores de Múnich y Viena, demuestra que no siempre es así. «En los últimos años, el paciente se ha sometido a diversos análisis de sangre con mayor frecuencia», explica Schober, «con su permiso pudimos evaluar los resultados de estos análisis, en algunos casos incluso se congelaron muestras que hemos podido examinar nosotros mismos. También tuvimos la oportunidad de tomar muestras de sangre cuando el hombre fue vacunado nuevamente y de forma voluntaria durante el estudio. Con estas muestras pudimos comprender la reacción directa del sistema inmunológico a la vacunación». El resultado es que el sujeto de prueba tenía una gran cantidad de las llamadas células T efectoras contra el SARS-CoV-2. «Estos son, por así decirlo, los propios soldados del cuerpo que luchan contra el virus», explica el experto, y su número era incluso mayor que en un grupo de comparación de personas que habían sido vacunadas tres veces. «Lo que suele ocurrir cuando se vacuna a alguien que ya tiene muchos anticuerpos en sangre es que no pasa nada en absoluto« , explica el inmunólogo Andreas Radbruch, presidente de la Federación Europea de Sociedades Inmunológicas (EFIS), a quien los resultados de este estudio no han sorprendido en absoluto, «la vacuna es interceptada por los anticuerpos antes de que pueda desencadenar una respuesta inmunitaria y, una vez que se ha alcanzado una cierta concentración de anticuerpos, el sistema inmunitario se apaga y no se producen nuevos». Esto significa que aquellos que tienen suficientes anticuerpos no pueden aumentar aún más la protección poniéndose más y más vacunas, explica Radbruch, «sin embargo, los efectos secundarios de la vacunación pueden reaparecer incluso si ya no hay una respuesta inmunitaria específica. Y eso puede ser desagradable».