Leonor y Sofía, las joyas de la Corona española
Desde el nacimiento de sus hijas, los Reyes han ido cumpliendo los pasos para educarlas de la forma adecuada a su papel en la sociedad
Las hijas de los Reyes siguen siendo la prioridad absoluta para don Felipe y doña Letizia por lo que los dos siguen centrados en su objetivo de intentar ser «los mejores padres para sus hijas», deseo que expresaron cuando las presentaron a los medios de comunicación, días después de su nacimiento.
Desde entonces, los Reyes han ido cumpliendo paso a paso con los planes de educar a sus hijas de la forma adecuada para lo que iban a representan en la sociedad. Y sobre todo, protegiéndolas de un indeseado protagonismo mediático para que ellas pudieran crecer como unas niñas más, sin agobios ni acosos de reporteros ávidos de captar sus imágenes y comercializarlas. En definitiva, el evitar que la figura de la Princesa Leonor y la Infanta Sofía se vieran rodeadas como si estuvieran en el centro de una pista de circo.
Ellas han crecido en un ambiente familiar acogedor y muy protector, una tarea compartida tanto por el Rey Felipe como por la Reina Letizia, quienes han tratado de conciliar al máximo las tareas institucionales y las de cuidar y estar cerca de ellas siempre.
Los padres han llevado usualmente a las niñas al colegio en el que se han educado, con excepción de sus ausencias por viajes oficiales por España y a países del extranjero; han asistido a las funciones de teatro de las niñas organizadas en el centro en el que se han educado, y han participado en los cumpleaños de sus compañeras de clase siempre que han podido.
El centro elegido para realizar sus estudios ha sido el mismo en el que se educó su padre: el Colegio Santa María de los Rosales, laico y progresista, ubicado en Aravaca, muy próximo al recinto del Palacio de la Zarzuela donde está situado el pabellón que se construyó para el entonces heredero de la Corona y su futura familia.
En un entorno privilegiado del Monte del Pardo, con una gran terraza en la planta donde ha trascurrido la vida de las dos hijas de los Reyes, la familia al completo ha disfrutado de su vida en común, en la que las sillitas y las cunas han estado en el centro de la estancia y no en unas habitaciones aparte en manos de cuidadoras externas que han desempeñado sólo un papel auxiliar. Todos los espectadores pudieron ver hace unos años unas imágenes de un almuerzo en familia de los Borbón Ortiz, que podía haber transcurrido en cualquier casa de este país.
Así pues, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía han podido disfrutar en buena parte de esos planes diseñados por sus padres para vivir su infancia y su adolescencia como otros niños y niñas de su misma edad y alejadas de los focos de las cámaras, con puntuales excepciones marcadas por hechos importantes como la proclamación de su padre como nuevo Rey hace diez años. También había oportunidad de captar imágenes de sus vacaciones mallorquinas, bien en el Palacio de Marivent o en algún lugar de especial interés cultural o histórico de la isla, así como a la salida de la Misa de Pascua en la catedral de Palma de Mallorca.
La sobreprotección de Leonor y Sofía ha sido considerada un poco excesiva en comentarios y artículos periodísticos que exponían las razones para considerar esa actitud poco conveniente para que la ciudadanía conociera a las chicas, única forma de empezar a apreciarlas. lEse afán de ocultarse de la gente llevó a veces a la Reina Letizia a semi disfrazarse ella y sus hijas, con gorras con viseras muy caladas sobre los ojos protegidos con gafas oscuras, para evitar ser reconocidas en algún paseo de las tres por el Madrid de los museos o tomando algún refresco en una terraza en verano.
Tan fuerte ha sido el esfuerzo para evitar ser fotografiadas, que algunos paparazi intentaron saltárselo en escasísimas ocasiones, como cuando las dos jóvenes han estado en campamentos en Estados Unidos en dos ocasiones, y nadie ha conseguido hacer una sola foto de ellas compartiendo con chicas de países procedentes de distintos continentes en esos campamentos veraniegos.
Lo mismo ha sucedido con la estancia de las dos hermanas en el centro estudiantil de San Donato en Gales, uno de los Colegios del Mundo Unidos, en el que la Princesa Leonor primero y la Infanta Sofía después han cursado y cursan los dos años de Bachillerato Internacional que les permitirá estudiar sin problemas en cualquier Universidad del mundo.
Una de las ocasiones especiales en las que las hijas de los Reyes fueron centro de atención de los informadores y reporteros gráficos se produjo cuando la Princesa Leonor recibió de manos de su padre la Orden del Toisón de Oro. Fue en una fecha tan señalada como el 50 cumpleaños de don Felipe, en un acto solemne en el Salón de Columnas del Palacio Real una ocasión de comprobar el perfecto comportamiento de una niña de 12 años, con los gestos precisos para una ceremonia como ésa.
Las reverencias que la pequeña Leonor hizo a su padre y a sus abuelos, seguidas de cariñosos gestos de toda su familia, lanzó el mensaje a la sociedad de que la labor desarrollada por sus padres, educadores y todos los que habían contribuido a su formación como miembro de la Familia Real había sido muy correcta.
La situación ha dado un vuelco espectacular al alcanzar la mayoría de edad la Princesa de Asturias y haber comenzado su formación castrense en la Academia General de Zaragoza. Ya se habían abierto esas puertas, que estuvieron cerradas a cal y canto durante tantos años, cuando don Felipe fue proclamado Rey en las Cortes el 19 de junio de 2014. Leonor se convirtió de forma automática en heredera de la Corona como Princesa de Asturias, al dejar de llevar su padre ese título y adquirir el de rey al jurar como nuevo jefe del Estado.
El paso definitivo para la primogénita de los Reyes ha sido, sin duda, la jura de la Constitución el día exacto en que alcanzó la mayoría de edad: el 31 de Noviembre de 2023. A pesar de la complicada situación política, el Gobierno respetó que el momento decisivo de Leonor de convertirse en sucesora de la Corona española a todos los efectos se hiciera en esa fecha, en presencia de senadores y diputados en la sede de la soberanía popular: el Palacio de la Carrera de San Jerónimo. Con un sencillo e impecable traje de chaqueta de pantalón blanco, confeccionado por el sastre que cose los ternos a su padre, el rey Felipe, Leonor juró la Carta Magna.
Después, en un acto institucional en el Palacio Real, recibió de parte del Gobierno el Gran Collar de Carlos III, la más alta distinción entre las órdenes civiles españolas que se concede desde hace más de dos siglos a miembros de familias reales y otras personas de gran relevancia.
Leonor ha comenzado su preparación específica para ser la próxima jefa del Estado español, cuando su padre desaparezca o decida abdicar, y hasta ahora, cuando han pasado varios meses, está demostrando que esa tarea se la está tomando muy en serio. Sus imágenes en la Academia de Zaragoza, su soltura al enfrentarse con los más de dos mil invitados de la primera recepción del 12 de Octubre a la que asistía, sus respuestas a toda clase de preguntas que le hicimos en el Palacio Real, su sonrisa al acceder a hacerse un foto con los que se lo pidieron, impactaron a todo el mundo que accedió a ella.
A los periodistas que pudimos saludarla y felicitarla por su décimo octavo cumpleaños nos sorprendió su respuesta a la pregunta de cómo se sentía por lo que estaba ocurriendo ese día: «Tengo que mejorar», dijo muy seria. De ello dedujimos que sus aspiraciones son muy exigentes. Quizá por haber sido lo que ha escuchado de boca de su madre, una persona muy perfeccionista, durante largos años.
Pero ese día, seguro que la Princesa de Asturias percibió la satisfacción de los Reyes, especialmente la de su padre, el actual monarca, al ver como su hija ha hecho suya la idea de servicio a la ciudadanía que ha sido su motivación a lo largo de toda su vida. Doña Leonor sabe, porque lo ha visto desde que era una niña, que el futuro que tiene por delante es duro: consagrar una vida a desempeñar la más alta autoridad de un Estado conlleva renuncias, sinsabores, olvidarte de ti misma en muchas ocasiones y dejar de lado lo que podía haber sido otra vocación distinta.
Quizá esa sea la razón de que, junto a la sonrisa de su padre al ver los aciertos de su sucesora al trono, también sea perceptible a veces una sombra de tristeza por parte de su madre, la reina Letizia, quizá porque para ella las renuncias y sacrificios que ha asumido desde aquel 22 de Mayo de 2004 sean muchos. O incluso puede que sean demasiados.
¿Podrán casarse Leonor y Sofía por amor? Seguro que sí, porque contarán con el apoyo incondicional de su padre que tuvo que plantarse ante parte de su familia para casarse con la persona que eligió como compañera de vida. Eso hará que ellas, la Princesa y la Infanta, cuenten con su bendición. Sin duda alguna.