El entierro de Pablo y Guillermo , los dos niños asesinados por su abuelo el pasado lunes 20 de mayo en la localidad granadina de Huétor Tájar, se oficia este jueves 23 a las once de la mañana en el cementerio del municipio y en la más estricta intimidad, por expreso deseo de la familia. El camposanto, de hecho, ha sido protegido de miradas indiscretas y de curiosos desde primera hora de la mañana. Se ha establecido un perímetro de seguridad y se han colgado unas cortinas oscuras para que nadie pueda ver desde fuera lo que ocurra en el interior. Ha sido, aseguran fuentes municipales, una petición directa del padre de los chicos, Antonio, que a las diez de la mañana de este lunes, según fuentes sanitarias, aún permanecía ingresado en el hospital del Parque Tecnológico de la Salud de Granada, aquejado de ataques de ansiedad y crisis nerviosas, pero que se preveía que recibiera el alta médica a lo largo de la mañana. Antonio manifestó su deseo de asistir al sepelio y también de que todo se organizara de manera que no hubiera allí nadie más que la familia y los amigos más allegados. Sus peticiones han sido atendidas por el ayuntamiento y la Policía Local es la que ha montado el dispositivo de seguridad tras recibir la orden por parte del ayuntamiento.