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Май
2024

A. M. Homes: «El sueño americano se ha transformado en amargura»

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Abc.es 
A finales de la década pasada, poco después de que Barack Obama pisase por primera vez la Casa Blanca, A. M. Homes (Washington D. C., 1961) empezó a fantasear con 'La revelación' (Anagrama) y con un conciliábulo secreto de republicanos ricos, los Forever Men, orquestados alrededor de un tipo identificado únicamente como el Pez Gordo y dispuestos a perpetuarse en el poder por todos los medios posibles. Una desternillante conjura patriótica con desmoronamiento familiar de fondo que anticipó casi todo lo que estaba por venir y con la que la autora de 'Música para corazones incendiados' y 'Ojalá nos perdonen', reina de literatura de los suburbios y francotiradora del sueño americano, regresa a la novela para convertir la política estadounidense en una despiadada y mordaz sátira sobre una nación a la deriva. Una comedia negra que, en palabras de Salman Rushdie, «se parece inquietantemente a la nada divertida realidad» y que la estadounidense ha venido a presentar en Barcelona aprovechando que 'Suburbia' pasa por el CCCB y que su nombre es una de las constantes en la exposición que ahonda en la cara oscura del 'american way of life'. —En alguna ocasión ha dicho que necesita que el mundo sea aburrido para poder escribir, así que le debe haber costado horrores terminar 'La revelación'. —Oh, sí (ríe). Cuando estaba escribiendo la novela nada de lo que ha pasado había ocurrido aún. Donald Trump no estaba en el horizonte. Todo nació con esa idea de que el 'establishment' americano había perdido contacto con la gente de a pie y el dinero había irrumpido a lo grande en la política. En el proceso de escritura, las cosas empezaron a cambiar. No quería escribir como reacción, a la contra, pero tenía que hacerlo todo más absurdo porque la realidad se estaba convirtiendo en algo muy raro. Desde entonces, estoy sin palabras. —Cuando habló por primera vez de la novela a sus editores, le dijeron que aquello parecía ciencia ficción. —Sí, y cuando Trump salió elegido me llamaron enseguida para preguntarme dónde estaba el libro. —La política siempre ha estado presente en sus libros, pero 'La revelación' es su primera novela abierta y completamente política. ¿Por qué ahora? —Porque tenía la percepción de que algo había cambiado. Hace unos años escribí un relato, 'Un premio para cada jugador', en el que una familia se va a comprar en un centro comercial y el padre acaba convertido en candidato a presidente. En aquel momento mi editor ya me dijo que aquello debería ser una novela, pero fue en 2008 cuando las cosas cambiaron realmente en Estados Unidos. Bueno, antes ya se robó 'pacíficamente' la 'no elección' de Al Gore, pero en 2008 explotaron muchas cosas que estaban bajo la superficie, como el sexismo y el racismo, y la división se convirtió en algo mucho más ruidoso. Lo vemos, por ejemplo, en los derechos de las mujeres, que han sido erosionados. —Entonces, para entender a Trump y todo lo que le rodea, ¿hay que volver Obama? —Fue la primera vez que las redes sociales se utilizaban en una campaña. A Obama se le reconoció haber sacado partido de esos nuevos medios, pero en ese momento no entendimos del todo los bots y las noticias falsas. Hubo un giro muy importante en la gestión de la información. Otra cosa importante fue el dinero, lo que llamamos dinero oscuro. Antes los donantes compraban acceso, pero cuando tienes millones de dólares implicados, ya no es una contribución: estás comprando a un candidato. —Al final, el mantra de los Forever Men acaba siendo el mismo que el de Trump: recuperar el control. —Sí, pero se trata de recuperar, como dicen, el control de la democracia y el poder. Mi editor de Reino Unido me llamó y me dijo: 'Estoy confundido, porque esta gente dice que quiere recuperar la democracia, pero en realidad lo que quieren es cargarse el gobierno'. Pero no estaba confundido, porque desde Trump la palabra democracia significa una cosa diferente, igual que la bandera ha cobrado otro significado. Es decir, la bandera no le pertenece, es de los estadounidenses, pero se la han apropiado la extrema derecha y de la derecha. Así que cuando hablan de recuperar el control, lo que quieren es volver a la versión de sus padres de Estados Unidos. Eso ocurrió también en 2008, porque tener a un hombre negro como presidente está en las antípodas del país de sus padres. Sabemos que la población la forman mucha gente distinta y muchos colores de piel diferentes, no solo hombres blancos mayores. Y eso daba mucho miedo a ciertas personas. Homes, fotografiada después de la entrevista INÉS BAUCELLS —«Hoy en día la bandera significa cosas distintas para diferentes personas, pero yo estoy intentado devolverla al centro», dice uno de los personajes de 'El paseador', el relato que ha escrito para el catálogo de la exposición 'Suburbia'. ¿Qué cree que nos dicen sus libros de la sociedad americana? —Me interesa el comportamiento humano. Los secretos, la vergüenza. Y esa idea de que todo el mundo se quiere mostrar perfecto. El aspecto de América. Es algo que también tiene que ver con Trump, porque se presenta de un modo que la gente quiere ser como él. Y, de pronto, quieren tener un baño de oro. Pero, claro, luego se dan cuenta de que jamás lo van a tener. Además, ¿para qué narices lo querrían? Es una fantasía. Como vender un cubo de mentiras. Uno de los problemas reales de América es nuestro sistema educativo. Es tremendo. Y eso también contribuye a la degradación, porque si no podemos educar a la gente y enseñarle cosas, ¿a dónde vamos a ir a parar? —Vamos, que el sueño americano nunca ha sido un sueño, sino un mito. Casi un género literario y cinematográfico. —El sueño americano siempre ha sido una fantasía, sí, pero la gente lo ha olvidado. Es lo que podríamos llamar arrogancia americana: soy americano, así que tengo derecho a tener una casa y varios coches. Con un poco de suerte, también un barco. Pero hemos perdido el norte y ese sueño se ha transformado casi en una amargura americana. Somos especialistas en autocuidados: yo me ocupo y me preocupo de mí. Olvidamos la visión de conjunto. Primero yo, por mucho que Kennedy dijera aquello de 'no preguntes lo que tu país puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por tu país'. —Chuck Palahniuk anticipó el asalto al Capitolio en 'El día del ajuste' y 'La revelación' satiriza la deriva conspiranoica del partido republicano antes de que nadie oyese hablar de QAnon. ¿Deben tener los escritores poderes adivinatorios y oraculares? —Me ha pasado otras veces. 'Música para corazones incendiados' salió poco antes del tiroteo de Columbine, y tenía una parte parecida. Tiene que ver con leer la cultura. Si miras la sociedad, el comportamiento a tu alrededor, y estás en sintonía con todo eso, casi puedes ver las cosas antes de que sucedan. Pero también es muy difícil ver lo que va a pasar. Y no quiero mirarlo con mucho detenimiento, porque me da miedo. —¿Es complicado escribir sátira política ahora que la realidad se emplea a fondo en la competencia desleal? —Ya no es tanto que la vida política americana sea satirizable, sino que está llegando a un extremo tan absurdo que es difícil ver cómo retorcerla más y convertirla en algo divertido. Porque es peligroso. Y da miedo. Está en ese punto en el que bascula de la sátira hacia algo más peligroso y preocupante. Así que sí, es difícil escribir sobre un mundo que ya de por sí es muy raro. Y es un problema para un escritor, porque no puedes inventarlo. Noticia Relacionada reportaje Si Salman Rushdie: «No tengo miedo a la muerte» Bruno Pardo Porto —Antes ha mencionado el relato 'Un premio para cada jugador', que también es una metáfora del absurdo del capitalismo. ¿Hemos tocado ya techo? ¿O fondo? —¿Sabías que esa historia se ha convertido en ópera y la representamos en una tienda? Es muy divertido, porque la gente que está comprando se queda perpleja. Y, bueno, también eso representa América. Una de las ideas que yo exploraba cuando estaba escribiendo este libro era la aceleración, una filosofía según la cual las cosas se van acelerando hasta que al final chocan contra algo y explotan. ¿Avanza el capitalismo en esa dirección? Tal vez, pero en realidad no lo sabemos. Todo está tan interconectado y entrelazado globalmente que es difícil hacer un diagnóstico. Ahora mismo, por ejemplo, cada guerra es una guerra mundial. ¿Quién las financia? ¿Quién suministra armas? Y sí, todo esto es capitalismo, porque todo es dinero y producto. Desde la fabricación de las armas a la reconstrucción de las carreteras. Si no tuviéramos todo esto, tendríamos unas escuelas fantásticas, planes para el cambio climático… Podríamos hacer muchísimas cosas. Pero es mucho más fácil matarnos los unos a los otros. —¿Diría entonces que es una escritora política? —¡No! (se troncha). Bueno, sí, creo que lo soy. Por desgracia. —¿Por qué por desgracia? —Porque creo que es mucho más duro. Los libros también tienen que ser divertidos, tienen que entretener, pero me interesan mucho las ideas. En última instancia, todo es política, ¿no? La Inteligencia Artificial, por ejemplo. La gente tiene miedo, pero creo no es nada comparado con adónde podemos llegar. Es un problema creado por el hombre, como lo fue la bomba atómica. Es otra vez el 'vaya, hemos inventado esto y ahora nos da miedo'. Yo misma estoy escribiendo algo desde el punto de vista de la inteligencia artificial y estoy batallando con eso.



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