Lo más insólito de 'Los Bridgerton' no es su anacronismo sino el calor que hace en Inglaterra. Lo mejor son las flores, los árboles. Le dan a la serie un color especial, sirven para esconder a quien quiere ocultarse de ese mercadeo que obliga a las debutantes en sociedad a ir buscando marido, y fortuna, con carísimos vestidos y etiquetas colgadas de la muñeca. Solo les falta el precio. Hay un sauce en particular que no llora ni ríe pero que ampara entre sus hojas colgantes a la protagonista, empeñada en lucir la última moda parisina y al mismo tiempo hacerse invisible, pasando el tiempo en una esquina, pegada siempre pero nunca detrás de las cortinas. «Cuántas ustedes están en...
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