Platón viaja en la nave espacial española
La Alegoría de la Caverna de Platón es una metáfora que explica cómo las personas pueden ser prisioneros encadenados dentro de una cueva, de espaldas al exterior, viviendo una realidad distorsionada gracias a las sombras que, quienes pasan a sus espaldas, proyectan sobre la pared, utilizando la luz de una hoguera y una serie de objetos, que manipulan la verdadera realidad.
En términos económicos, quizás estemos percibiendo una visión distorsionada por las sombras, en forma de indicadores económicos superficiales y noticias sesgadas, que impiden que nos liberemos de las cadenas estructurales y políticas y nos demos la vuelta, saliendo de la cueva para ver la luz del sol, pudiendo así ver la verdadera situación económica y su trayectoria. Con las elecciones europeas a tiro de piedra, el espectáculo de sombras tiene sesión continua.
Una de esas sombras suele venir de la mano de las comparaciones interesadas, a veces odiosas, intentado resaltar la belleza de nuestra economía, frente a nuestros socios europeos, proyectando valores y porcentajes adecuadamente maquillados que podrían desviar la atención de la realidad que se oculta cada noche cuando la economía se quita el maquillaje.
En la galaxia europea donde se celebra la carrera del universo, algunos dicen que nuestra nave espacial va como un cohete, en primera posición, hacia un destino desconocido en el espacio interestelar. Sin embargo, las piezas del rompecabezas no terminan de encajar porque, si vamos a la sala de máquinas, observamos que el 12% de los motores (sin contar los de reserva que sólo funcionan a veces) están parados y los que funcionan consumen más combustible que los de las otras naves, debido a la baja eficiencia y productividad.
Si miramos por la ventanilla, vemos que las demás naves van por delante y la nuestra tiene una fuga, en la que cada mes, suelta más combustible que, además, pedimos prestado. Nuestra deuda pública, a pesar de que nos dicen que baja, ya está en los 1,613 billones, con un aumento de 10.401 millones en el último mes y de 405 mil millones en 5 años y cada pasajero debemos 33.195€ frente a los 25.755€ de entonces, aunque nuestros salarios no han aumentado a igual ritmo, mientras sube la cuña y la presión fiscal junto a la inflación, lo que incrementa hasta el 26,5% el número de pasajeros en riesgo de pobreza y exclusión social.
Si enfermamos dentro de la nave, necesitamos varios meses para que nos atiendan los médicos de la tripulación porque dicen que están colapsados y, cuando volvemos a nuestro habitáculo, para descansar, alguien nos lo ha ocupado y tenemos que buscar al capitán, durante meses, para conseguir recuperarlo. Mientras, la tripulación, vive en una zona apartada, en primera clase, lejos del resto del pasaje y con servicios exclusivos. Quizás sean ellos quienes hacen las sombras que ven los pasajeros.
Nuestra economía está en movimiento, pero es posible que lo que nos muestren las sombras sea una nave en ascenso gracias al combustible que recibimos en forma de deuda, fondos europeos y mayor recaudación fiscal, pero con trayectoria incierta pues no sabemos si el piloto tiene el rumbo que evita el choque con los asteroides. Aunque la nave fuese como un cohete, siempre deberíamos preguntarnos si todo iría mejor por otra ruta.
El camino está plagado de incertidumbres, turbulencias, desafíos técnicos y problemas estructurales en una nave que carga con un creciente lastre de deuda y déficit, inflación, paro, impuestos, unas pensiones insostenibles, baja productividad por litro de combustible y escasa competitividad frente a otras naves, lo que nos dificulta avanzar y fijar la trayectoria para alcanzar nuestro destino, con el riesgo de que tanta velocidad de cohete sin una estructura sólida, nos haga terminar desintegrados en el espacio.