El último proyecto político de Yolanda Díaz empezó a morir ayer sin haber nacido del todo. La palabra que todo el mundo en el entorno de Sumar pensó al conocer la decisión de la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo de abandonar sus cargos orgánicos fue «disolución», pero nadie se atrevió a pronunciarla públicamente. La realidad es que el conglomerado que Díaz ha liderado en los últimos catorce meses nunca llegó a cuajar en partido político y, desde ayer, es un auténtico polvorín formado por partidos políticos con intereses cruzados: Los Comunes, Más Madrid, Compromís e Izquierda Unida, a lo que hay que añadir el descontento de Comisiones Obreras con el 'modus operandi' de la vicepresidenta. Para el PSOE,...
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