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2024

Virginia del Río: «Una nunca se imagina que va a dar a luz a su hijo muerto»

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Abc.es 
Virginia del Río no se considera una mujer valiente. «Mi testimonio es una historia de supervivencia para volver a vivir», asegura. Periodista de formación y escritora de vocación, acaba de publicar ' La habitación de Uriel ' (Carambuco), un relato íntimo y muy personal sobre la muerte perinatal : Del Río perdió a su hijo en la semana 39 de embarazo a pesar de que todo estaba bien. Noticias Relacionadas estandar No Una superviviente de cáncer aconseja sobre cómo anunciar a los hijos la enfermedad Laura Peraita estandar No «Mi hijo viajó 600 km sedado y al llegar al hospital y escuchar a su doctor se despertó y le sonrió» Laura Peraita - ¿Qué pasó el 23 de enero de 2018? Pintaba que sería un día feliz y bonito porque que me quedaba una semana para salir de cuentas. Pero cuando me desperté, no notaba los movimientos de mi hijo . Era muy raro porque él se movía mucho y me extrañó. Dejé que pasara un rato pero empecé a ponerme nerviosa. Le pregunté a mi ginecólogo, con quien había estado en revisión la tarde anterior, y me comentó que no me preocupase, que no tenía por qué ser nada raro porque había visto que todo estaba bien… Pero me dijo que me acercara al hospital si así me sentía más tranquila. Me fui sola, porque esperaba regresar rápido a casa, y al pasar por monitores, sólo encontraron mi latido. Me trasladaron a la sala contigua para hacerme una ecografía que duró tres segundos. Lo siguiente que escuché fue: ' Lo siento, no hay latido '. A partir de ahí, la mujer que yo era desapareció en ese instante y empezó a nacer otra , que es la que soy ahora, porque algo tan traumático, te cambia absolutamente. Yo no sabía lo que era la muerte perinatal , lo supe por primera vez en ese momento. No sabía que un bebé sano se podía morir justo antes de nacer, sin tener patología alguna. ¡No tenía ni idea! Después, empecé a conocer historias de otras mujeres que habían pasado por lo mismo. - Desconocías lo que es la muerte perinatal pero tenías que dar a luz. ¿Cómo te explicaron los médicos los siguientes pasos? Una nunca se imagina que va a dar a luz a su hijo muerto . Me ingresaron y a la habitación acudieron el médico que me había dado la mala noticia y mi ginecólogo, que vino en cuanto se enteró. Los dos me explicaron que era conveniente un parto vaginal porque era muy importante que mi recuperación mental empezase lo antes posible. Yo, mientras, sólo quería salir del hospital cuanto antes pero al mismo tiempo no entendía cómo se le podía hacer pasar a una mujer por algo tan cruel: dar a luz sabiendo que su hijo está muerto . No entendía nada. Pero vino la matrona y me dijo una frase que para mí fue determinante y se me ha quedado grabada: ' Virginia, esto te va a acompañar toda la vida, pero no necesitas una cicatriz que te lo recuerde cada vez que te mires al espejo' . Al instante dije: 'Vale, voy a parir'. Empezaron con la inducción y me explicaron que esto podía dilatarse hasta 24 o 48 horas y yo pensaba que emocionalmente no lo iba a poder soportar. Pero las hormonas también hacen su trabajo y en el hospital se emplearon a fondo conmigo: todas y cada una de las personas que me atendieron fueron muy cálidas conmigo, se preocuparon mucho por mi. Veinticuatro horas después de la mala noticia, nació Uriel. - Para quien no lo sepa, aunque depende de muchos factores, las madres pueden ver a sus bebés fallecidos para despedirse de ellos y porque, dicen los expertos, ayuda a elaborar el duelo . Tú decidiste no verle y cuentas mucho en el libro que fue una decisión de la que no te culpas. No, en absoluto. Tengo la culpa muy trabajada. La tengo a raya porque soy consecuente y, sobre todo, soy compasiva conmigo misma . La mujer que hoy ves aquí no es la misma de entonces, cuando decidí rescatar de esas ruinas lo poco que quedaba de mi para intentar seguir viviendo porque yo no sabía cómo iba a poder continuar después de algo tan traumático. Además, iba a ser madre en solitario y esto conlleva también una lucha detrás de procesos de reproducción asistida, tratamientos, una inversión económica importante… y, de repente, todo salta por los aires. ¡Era muy difícil colocar en mi cabeza el cambio de vida tan repentino! ¡Esa línea tan fina entre la vida y la muerte en un segundo! Uriel estaba vivo y un segundo después ya no. Cuando dos años después le vi en foto , vi que era un bebé precioso, parecía que estaba dormido... Pero a mí, en aquel momento, me dio mucho miedo esa imagen de mi hijo sin vida , ese roce de su piel con la mía y no ser capaz de seguir viviendo después. Como digo siempre, no fue un acto de desamor sino de supervivencia porque nadie le quería más que yo. - Un parto sin tu bebé, comienza el posparto… y se presentan en la habitación del hospital los de la funeraria. ¡Qué duro tener que enfrentarte a unos trámites en un momento tan delicado! Sí, porque además yo estaba sentada en la cama porque me habían traído del paritorio hacía muy poco y aún no me podía mover porque todavía tenía los efectos de la epidural en las piernas. Mis padres estaban conmigo y de repente entró un señor con maletín, traje… Se nos presentó y me dijo que sabía que no lo estaba pasando bien pero que había que hacer los trámites. Es un momento en el que tienes que decidir si quieres incinerar o dar sepultura. Yo le dije que quería incinerarle y del resto ya se ocupó mi padre, yéndose de la habitación con él. Me parecía que era añadir dolor al dolor en un momento en el que yo no estaba preparada, pero después entendí que se hace así. «No ver a Uriel el día del parto no fue un acto de desamor sino de supervivencia porque nadie le quería más que yo» - Narras muy bien en el libro el proceso emocional que atravesaste. ¿Cómo se aborda el duelo en todas sus fases, Virginia, en una sociedad que vive de espaldas a la muerte? Se aborda de la siguiente manera. Yo soy una persona muy práctica y, como no quería sufrir más de lo que ya estaba sufriendo por no saber manejar y gestionar esas emociones que estaba sintiendo, me puse en manos de mi psicóloga . Sin la terapia en esos dos años, no sería la misma persona de ahora porque necesitaba esa guía emocional. Trabajando en esas emociones que yo no conocía, entendí que eran normales, aprendí a trabajar con ellas para poder convivir con ellas, rodeándome también de personas que te entienden y respetan tu dolor, tu momento, tu apatía cuando la tengas... Y también, fíjate, creo que es muy importante comunicar las cosas. A mis padres les dije, cuando salí del hospital, que necesitaba seguir hablando de Uriel . De no haber dicho eso, estoy convencida de que mi familia no hubiera sacado más el tema por miedo a hacerme daño, pero les dije que en ese caso, yo pensaría que se habrían olvidado de él y que entonces iba a sufrir mucho más. Eso fue la puerta para todos de un duelo saludable , de tener un vínculo con Uriel muy bonito y sano. Todos en la familia, incluidos mis sobrinos pequeños, saben que la tata tuvo un bebé en la barriga que se llamaba Uriel y que murió antes de nacer porque se le paró el corazón. Y conviven con eso porque los niños son mucho más sabios que nosotros. Si tú no transitas todas las emociones que tiene el duelo, si no recorres ese camino oscuro, frío, escarpado, solitario... no llegarás a la aceptación y la sanación. Y el duelo no elaborado sale por otro lado. - Hubo una etapa en la que buscabas respuestas que no encontrabas. Y es una fase lógica dentro del duelo, ¿no? ¡Claro! Porque el ser humano necesita tener respuestas a todo y, cuando no las tiene, se las inventa. De ahí pensar frases tipo 'ha muerto porque no iba a ser una buena madre'. Buscas una justificación aunque no tenga ni pies ni cabeza pero somos así. Y luego está la parte de tener que vivir con la incertidumbre, que no es mi caso. Eso también lo trabajé mucho en terapia y fue muy buena idea porque durante mucho tiempo yo no supe por qué había muerto mi hijo. Luego sí, pero ya tenía trabajada esa parte de aceptar y vivir sin saber la causa. - Tras tus 16 semanas de baja, regresas al trabajo. Y cuentas cómo los adultos, los compañeros de trabajo, amigos, etc. no saben qué hacer ni qué decir y que te sentías estigmatizada, ¿verdad? Probablemente, si yo no lo hubiera vivido, a lo mejor tampoco hubiese sabido acompañar. Esto pasa porque no tenemos educación emocional y, mucho menos, en el dolor y la muerte . Si hablásemos un poco más de esto, sabríamos acompañar mucho mejor. He pasado tres años de mi vida sintiéndome absolutamente estigmatizada. No sabían cómo cómo dirigirse a mí y eso me hacía sentir mal porque todo el rato pensaba que los demás me veían como 'la pobre a la que se le murió su hijo', 'la pobre que no pudo criarlo', 'la pobrecita'… A lo mejor ni siquiera estaban pensando en eso, pero yo me lo adjudicaba porque sé que no sabemos acompañar en el duelo y, al final, es mucho más sencillo de lo que cualquiera de nosotros pueda pensar. Quiero decir, y yo lo he aprendido después, cuando acompañamos no tenemos la misión de borrar el dolor de esa persona porque, entre otras cosas, es imposible. La misión que tenemos es acompañar y, a veces, es solamente desde la escucha activa y luego, si quieres decir algo pero no sabes el qué, basta con decir frases tipo 'estoy aquí, que sepas que podemos hablar cuando tú quieras', 'si no quieres hablar, no hablamos, pero que sepas que voy a estar contigo y te voy a acompañar', 'en todo lo que te pueda ayudar, dímelo porque quiero ayudarte'. No somos infalibles, no tenemos que tener el remedio a todo y es mucho más honesto decir eso que alejarte, que es lo que siempre sucede. O a veces se dicen frases del tipo 'todo pasa por algo', que yo la detesto, porque ¿eso quiere decir que mi hijo murió para que yo creara esta comunidad y escribir este libro?. Ya me gustaría que tú y yo no estuviéramos aquí hablando de esto o que mi proyecto, Tengo una estrella , no existiera y te dijera 'me tengo que ir que tengo a mi hijo en casa'. «Si no transitas todas las emociones que tiene el duelo, ese camino oscuro, frío, escarpado, solitario... no llegarás a la aceptación y la sanación» - Acabas de nombrar tu proyecto con el que ayudas a muchas familias que pasan por lo que tú pasaste. Recibirás cada testimonio... Al final es gente que busca que se la escuche, se la entienda y se la de esperanza, que es la que yo no tenía cuando salí del hospital. Pasaba las madrugadas buscando en internet a alguien que me pudiese decir 'yo he pasado antes que tú por esto y vas a poder vivir de nuevo'. Tengo una estrella existe porque cuando a mi me ingresaron en el hospital, mientras me cogían la vía y tal, pasé mucho rato con la vista perdida dándole vueltas a una idea: '¿Cómo es posible que esto solo me pase a mi? '. Soy periodista y conozco a muchísima gente por mi trabajo, leo muchísimo… Me día cuenta que no sólo me había pasado a mi, obviamente, sino que hay un tabú muy grande en torno a la muerte y más si son bebés o se mueren dentro del útero de su madre . Así que me dije que que tenía que dar luz a este tema para que la gente pueda sentirse acompañada. Tengo una estrella debe su nombre a que así se llaman a los bebés que mueren antes de nacer. - Hay otra batalla que las familias que habéis perdido a vuestros bebés lleváis a cabo y es que no constan en ningún sitio, ¿verdad? Al año de morir Uriel, empezó a rondar en mi cabeza la idea de '¿por qué no tengo el libro de familia con mi hijo?'. No es algo que haga daño a nadie porque yo no tengo ningún documento que diga que tuve un hijo. Empecé a moverme, a hablar con abogados, con otras familias, asociaciones… que estaban luchando y seguimos en ello. Mientras tanto, también había un movimiento que estaba luchando por transformar el archivo del Registro Civil , llamado 'legajos de abortos', espantoso, a uno mucho más amable que se llame 'nacidos sin vida'. Y eso es una ley que estaba aprobada en el año 2011 pero que no entró en vigor hasta el año pasado. Entonces, lo que actualmente podemos hacer, y que yo he hecho recientemente, es que nuestros hijos consten en el archivo de 'nacido sin vida', que es mucho más amable. Hacerlo me llenó de paz. Mientras, la lucha continua porque queremos que nuestros hijos estén en nuestro libro de familia, es algo simbólico pero muy importante para nosotros, sin efectos jurídicos y con carácter retroactivo. Creo que lo conseguiremos pero no sabemos cuando. - Al final, Uriel, y creo que es muy importante, está presente en tu vida y en la de tu familia. Totalmente. Yo no lo vi, pero sí mi hermano. Gracias a él le conocí porque le hizo una foto. Dos años después de lo sucedido, un día, de repente, le pregunté si por casualidad no le habría hecho una foto a Uriel. Me dijo que sí. Cogió su móvil y me la enseñó. Vi su cara, sus ojos, su boca, su pelo rubio... Esa foto, evidentemente, está en su habitación, en la habitación de Uriel, en mi casa, también en el salón de mis padres, de fondo de pantalla de móvil de mi padre… ¡en todas partes! Está presente porque el amor es lo único que no muere y porque podemos mantener vivas a las personas que queremos y que murieron a través del recuerdo. MÁS INFORMACIÓN noticia No Las enfermeras reclaman protocolos para el duelo de las familias que sufren una muerte perinatal noticia No El tabú de la muerte perinatal: «Parir al hijo, aunque esté muerto, puede hacer que vayas procesándolo» noticia No Cajas de recuerdos para superar la muerte de un bebé antes del parto noticia No «A los niños hay que hablarles de la muerte con claridad, no con frases tipo 'el abuelo está dormido'» noticia No «No hablar de la muerte con los niños es dejarles a la deriva y más solos con sus miedos» Soy y seré la madre de Uriel hasta que el día que me muera y, como siempre digo, tenerlo presente significa hablar de él.



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