El
Barça ganó la Copa de Europa de balonmano en el año que no era favorito. Pero logró la gesta porque en la
Final Four de Colonia, los de
Antonio Carlos Ortega fueron los mejores en los dos partidos, jamás fueron por detrás en el marcador y no tuvieron ni media pájara. Jugaron como un equipo, funcionaron las individualidades y la portería rayó a grandísima altura. En la semifinal, para eliminar al
Kiel,
Emil Nielsen hizo el partido de su vida. En la final, los dos porteros pararon cuando tenían que parar. Pero para ganar una gran competición de deporte colectivo, tener al mejor del mundo en su disciplina, ayuda y mucho. Es lo que pasa con
Aitana Bonmatí y el fútbol, que marca las diferencias. Es lo que pasa en el balonmano, con
Dika Mem. Los entrenadores rivales saben que no hay forma de frenarle y, el astro francés del Barça, con los galones de capitán, se puso al equipo a la espalda. No solo son sus goles, sino su liderazgo que se nota en la pista y, cuando en los tiempos muertos, lleva la voz cantante. Con la muerte de su joven hermana a principios de mes, es doblemente corajoso y digno de destacar el papel tan profesional, y tan emotivo, de
Mem en estos días en
Colonia. Un año después de ficharle, hablé con
Xavi Pascual en la gala de Mundo Deportivo. Me vaticinó que
Mem iba a ser, muy pronto, el mejor del mundo. Alabó su forma de atacar pero también de defender a sus 20 años. Y añadió que sería muy difícil retenerle en el
Barça porque los clubes de grandes presupuestos se lo iban a rifar. El parisino ya lleva ocho años de gloria en el
Palau, con tres Champions. Esta la merecía levantar él, el mejor del mundo.
Seguir leyendo...