En pie de guerra. El campo ha vuelto a decir basta a la abusiva burocracia, los impuestos sobre carburantes y la competencia desleal de las importaciones de fuera de Europa. El campo se muere, pero no quiere abandonar y se rebela a ambos lados de la frontera. El descontento de los ganaderos y agricultores les ha llevado a cortar carreteras. Piden que se les escuche. Pero, sobre todo, que se solucionen, de una vez por todas, los problemas que les atañen fuera de sus explotaciones. Esas cargas se han exacerbado a medida que los gobiernos buscan ahorrar dinero recortando los subsidios agrícolas, incluso cuando la Unión Europea impone más regulaciones a los agricultores para cumplir con el clima y otros objetivos ambientales.
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