La bautizaron como Minerva en honor a a la diosa de la sabiduría y de las artes militares. Sus gestas se contaron por decenas, y los kilómetros que recorrieron sus hombres, por miles. Germania, Albania, el Cáucaso... Poco se sabe, sin embargo, sobre su final. Y es que, aunque parezca cosa de película americana, esta unidad desapareció de la noche a la mañana de las fuentes escritas. Casi se volatilizó. La teoría más extendida sostiene que cayó contra los francos en el siglo IV, pero algunos autores mantienen que fue derrotado por los visigodos de Alarico . Vaya usted a saber, aunque trataremos de desentrañar el enigma. Misterioso origen Sobre esta unidad existen más grises que blancos y negros. El cronista Dion Casio, nacido en el siglo II d.C., sostiene que fue alumbrada por Domiciano , aunque se desconocen el mes y el año exactos. La versión más extendida es que fue fundada alrededor del 82 d.C., y así lo replican autores como el divulgador Stephen Dando-Collins. El autor de 'Legiones de Roma' confirma en sus escritos que el emperador, ávido como estaba de obtener las loas de la Ciudad Eterna, se embarcó en una campaña contra la tribu germánica de los catos. Y, para ello, reclutó a la I Minerva –o Minervia, según las fuentes–. Todo era poco para obtener su primera gran victoria militar. Otros tantos expertos, no obstante, ven difícil conectar ambos sucesos. La nueva legión quedó afincada en Bonn, en las cercanías de la capital de la Germania inferior y a tiro de piedra de los catos. El resto, una vez más, está teñido de cierto enigma. Las crónicas indican que su nombre completo era I Flavia Minerva. Y tiene sentido, Flavia, por el primer apellido del emperador, y Minerva, por su deidad predilecta. Las monedas del siglo III indican que su emblema era una estatua de esta diosa; aunque también Capricornio, el signo del zodíaco regido por la misma. Noticia Relacionada Publio Quintilio Varo estandar No El general maldito que se suicidó tras provocar la mayor derrota de las legiones romanas Manuel P. Villatoro El historiador británico Adrian Goldsworthy mantiene en el ensayo 'El ejército romano' que, poco después, nuestra protagonista recibió un nuevo nombre. En el 88 d.C., el gobernador de la Germania Superior, Lucio Antonio Saturnino, se alzó contra Domiciano. No llegó a más el golpe de Estado. El mandamás aplastó la revuelta al frente de sus pretorianos y entregó el apelativo de 'P ia Fidelis Domitiana ' –'fiel y leal'– a todas aquellas unidades que no se hubieran alzado contra su título y su persona. Y entre ellas se hallaba la I Minerva. A la muerte del emperador, sin embargo, perdió el apelativo imperial después de que este fuese sometido a una 'damnatio memoriae'. Honores, batallas... No le fue mal a partir de entonces a la Minerva. Mientras Trajano se hallaba en el trono combatió contra los dacios a partir del 101. Y, durante los años finales de la guerra, estuvo liderada por Adriano . El historiador español José María Blázquez confirma en 'Adriano' que, al frente de esta unidad, el futuro emperador «realizó muchas acciones gloriosas que merecieron que se le entregara como galardón un diamante recibido de Nerva». En emblema de la unidad, por su parte, fue grabado en la popular columna de Trajano, el monumento que se erigió en la Ciudad Eterna tras la victoria en la región. Después, aquellos hombres volvieron a Bonn. Desde entonces, la I Minerva estuvo ligada a la Germania Inferior. Sus hombres colaboraron en la construcción de edificaciones a lo largo del Rin, en canteras de piedra... Lo típico en momentos de paz. Así, hasta que la unidad fue enviada a luchar en la campaña contra el imperio parto con el apoyo de otros tantos combatientes a mediados del siglo II. Las inscripciones confirman que sus hombres agitaron el 'gladius' en regiones tan lejanas como Albania o el Cáucaso. « Marco Aurelio transfirió la legión a Oriente para que luchara en sus operaciones de 161 a 166 d.C. y volvió a Bonna un año después», completa Dando-Collins. Con todo, la I Minerva vivió su papel más destacado durante uno de esos años en los que el caos cundía en la Ciudad Eterna En el 193 d.C., Roma vivió una auténtica guerra civil tras el asesinato de Pertinax. Tras aquella tragedia, nuestra unidad se mostró leal a uno de los muchos generales que iniciaron una carrera a muerte por el trono: Lucio Septimio Severo. Fue valiente por parte de sus hombres, ya que contaban con otro pretendiente más cercano, Clodio Albino. Tuvieron fortuna en todo caso, pues el militar arribó a la 'urbs' en un suspiro y se hizo con la poltrona. La cruz es que inició una caza inmisericorde de todos sus enemigos. Y más misterios Según Dando-Collins, la I Minera fue clave en la batalla de Lugdunum, allá por el 197 d.C. En ella, Severo aplastó a las fuerzas del que era su adversario más destacado: Albino. La contienda se sucedió el 17 de febrero en Lyon y, tal y como explica el historiador Jesús Sánchez Alguacil en sus ensayos sobre el tema, fue definitiva. El experto recalca que, además de ser una de las contiendas más sangrientas entre romanos, le costó la púrpura y la vida al enemigo del nuevo emperador. El doctor en Historia Antigua Juan Carlos Olivares es de la misma opinión en un artículo para el diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia: «Con ella, logró recuperar, después de años de enfrentamiento militares, la unidad del Imperio romano». A partir de entonces, nuestra protagonista colaboró en el ascenso de varios emperadores y obtuvo, gracias a ello, una infinidad de epítetos: Antoniniana, Maximiniana... Después cuesta seguir su rastro. Dando-Collins sostiene que pasó por Lyon, donde quedó estacionada. Una afirmación que ponen en cuestión otros tantos historiadores. Noticias Relacionadas estandar No Homosexuales, sodomitas y satánicos Los rituales ocultos que condenaron a los Templarios Manuel P. Villatoro estandar No Injusticia histórica El emperador hispano al que el Imperio romano quiso borrar de la historia Manuel P. Villatoro Si su vida operativa es todavía un misterio, lo es más su final. La I Minerva se hallaba en Bonn a mediados del siglo IV cuando ocurrió el desastre: el ataque de los francos. A partir de entonces se le pierde la pista. Una de las teorías es que fue arrasada y se vio obligada a retirarse. Según parece, regresó años después, cuando se restauraron las fronteras del Rin, pero no es seguro. Dando-Collins tiene su propia teoría. En sus palabras, la Minerva halló su final durante las invasiones godas de principios del siglo V. El artífice habría sido Alarico I, al frente de los godos; este movilizó a sus hueste hasta en tres ocasiones contra la Ciudad Eterna. Y, aunque fue detenido en las tres primeras, nada pudo hacer la 'urbs' –y Estilicón, el general al frente de las legiones– contra él. «El año 401 d. C. fue retirada del Rin para participar en la defensa de Italia de Estilicón . A pesar del éxito del gran general, la I Minervia nunca regresó al Rin y, al parecer, fue destruida en el combate contra los visigodos de Alarico después de la muerte de Estilicón», explica el autor.