Un valioso patrimonio inmobiliario en pleno corazón de Palma, los restos de un santo sin destino cerrado, un discreto millonario coleccionador de edificios históricos, antiguos alumnos manifestándose y hasta un exilio forzoso de religiosos. La marcha de los últimos jesuitas de Mallorca ha levantado una polvareda de acusaciones y desmentidos después de 464 años de presencia discreta en Mallorca. La iglesia, el claustro y el colegio, en el casco histórico de la capital balear, donde el metro cuadrado de las casas aledañas ronda los 8.000 euros, son el centro neurálgico de la polémica. Los jesuitas aseguran que necesitan dinero para impulsar el colegio de Nuestra Señora de Montesión de Palma, el más antiguo de la orden en España, y rehabilitar ese potosí en malas condiciones con grietas, goteras y vigas rotas, ahora protegido con una tela para evitar desprendimientos. Casi todos los alumnos ya están en un edificio a las afueras y ahora hace falta construir otro para acoger a los de Bachillerato. Para ello, la Compañía de Jesús ha acordado ceder 70 años su preciada manzana a uno de los hombres más ricos de España, el presidente de Quironsalud, Víctor Madera . Y aunque todo se ha llevado con la máxima discreción durante tres años, los antiguos alumnos del colegio -muchos de ellos destacadas personalidades en las Islas- han levantado la voz para denunciar un posible pelotazo urbanístico y exigir transparencia. Noticias Relacionadas estandar No Patrimonio El Gobierno de Sánchez quiere convertir también San Hermenegildo en lugar para la memoria democrática en Sevilla ABC de Sevilla estandar No educación ¿Cuál es el colegio más antiguo de Sevilla? ABC de Sevilla Los Jesuitas lo niegan, incluso en ruedas de prensa. Pero los antiguos alumnos se manifiestan y llevan 1.800 firmas recabadas pidiendo que se frustren estos planes. Las cartas y comentarios se mueven en correos electrónicos y WhatsApp, pero uno de los grandes protagonistas, el «comprador» de los edificios aún no ha dicho ni una palabra. El «archiduque menorquín» No ha sorprendido a nadie, porque el dueño del Grupo Hospitalario Quirón se mueve con extrema discreción y sigilo. Así ha conseguido acaparar un amplísimo catálogo de edificios históricos, que después rehabilita, y una más amplia cartera de terrenos en suelo rústico en la isla de Menorca. Se calcula, de hecho, que casi el 2% de la superficie de la isla es suya. Ya lo llaman el 'archiduque menorquín' por su paralelismo con el archiduque Luís Salvador, que compró hace siglos propiedades en la Tramuntana de Mallorca tras quedarse prendado de la isla. Madera también se ha lanzado a la caza de una docena de casas señoriales en el centro de Palma y acaba de conseguir la cesión temporal del legendario Montesión, fundado en 1561. El empresario asturiano se enamoró de la Manzana de Montesión cuando la visitó hace tres años y ahora se ha hecho con ella. Víctor Madera y el provincial de los Jesuitas, Enric Puiggròs, firmaron la cesión del mítico colegio el pasado 26 de enero, con el compromiso de crear un centro sociosanitario y rendir cuentas de sus planes a la sociedad mallorquina, algo que todavía no ha hecho. El compromiso de Víctor Madera El médico asturiano se comprometió a restaurar la Iglesia y el claustro de Montesión, y a mantener un museo donde se muestre el legado de los jesuitas en la isla y la figura de San Alonso Rodríguez. Madera también ha cedido a la Compañía de la Iglesia el uso del Claustro y el Museo para fines religiosos y culturales propios, y reserva a los jesuitas el derecho a disponer de manera permanente de un espacio dentro de la manzana para uso residencial o institucional en función de las necesidades que haya. «¿Y los jesuitas? ¿Y los antiguos alumnos o la sociedad mallorquina? ¿No volveremos a poder visitar Montesión?», se preguntan las voces críticas. El principal problema es que en enero se aseguró que los diez jesuitas iban a quedarse en el edificio pero ahora el provincial dice que no y ya hay fecha para el traslado de estos diez ancianos que suman una media de 86 años. «El traslado es inevitable. La realidad concreta es que estamos hablando de compañeros ancianos que ya en el presente, y cada vez más en un futuro inmediato, van a necesitar unos cuidados y atención que aquí no podemos facilitar», asegura el delegado de la Compañía de Jesús, Abel Toraño. El edificio histórico está en mal estado, sobre todo el claustro jordi avellá Resignados y cumpliendo con el voto de silencio, los diez jesuitas afectados asumen que no van a morir en su casa. A finales de verano abandonarán Mallorca y su marcha a la península pondrá fin a la época dorada de la comunidad de jesuitas tras más de 460 años de presencia en la Isla. El beato no volverá El mal estado del claustro, donde viven, y la ausencia de una enfermería en Palma donde atenderlos han empujado a la Compañía de Jesús a tomar esta dolorosa decisión. Pero los tintes empresariales de la operación han enturbiado la despedida de los jesuitas, a lo que se suma el traslado de los restos del beato mallorquín San Alonso a la catedral de Palma. Alonso Rodríguez, que fue portero del colegio durante 43 años, murió allí. Hoy su capilla es la joya de la barroca iglesia de Montesión, construida un siglo después de la muerte. «Se concedió por el Sumo Pontífice León XII que los huesos del Beato Alfonso Rodríguez fueran santamente conservados aquí. Día 10 de las Kalendas de noviembre de 1825», reza la inscripción en latín sobre su sepulcro. El temor de los antiguos alumnos es que el beato nunca más vuelva a «su casa», y que las puertas de Montesión se cierren a la sociedad mallorquina casi un siglo.
