Muchos estudiantes se plantean la posibilidad de continuar ampliando sus estudios tras la finalización de un grado universitario. Es entonces cuando aparece la disyuntiva entre realizar un máster o llevar la formación al máximo nivel de especialización haciendo un doctorado . ¿Qué razones suelen hacer que un estudiante se decante por la segunda opción? ¿Tiene una verdadera salida profesional realizar un doctorado? «Las razones por las que un estudiante decide hacer un doctorado vienen marcadas por sus planes de futuro y como respuesta a unas metas profesionales muy concretas -explican desde la Universidad Complutense de Madrid-. El principal motivo tiene que ver con la vocación , y realizar una profunda labor de investigación avanzada en el campo elegido, cuyos resultados puedan repercutir y devolverse para ser útiles a la sociedad, así como para su futuro profesional. Hay que tener en cuenta que el doctorado supone llevar los estudios a su máximo nivel, y por tanto, esto exige un mayor nivel de preparación . Pero precisamente esto es lo que hace grande a esta formación: es un proyecto de vida que va mucho más allá de un logro académico». Tradicionalmente, la docencia universitaria ha sido una de las principales salidas para aquellos estudiantes que quieren convertirse en personal docente e investigador a través de un doctorado. Pero no hay que olvidar que cada vez hay un mayor número de personas que deciden apostar por un doctorado para llevar su conocimiento a un nivel superior que aplicar en su carrera profesional. Su objetivo es adquirir más competencias para conseguir alcanzar un perfil más competitivo -de experto- en el mercado laboral y convertirse en profesionales altamente cualificados. «La realidad es que el doctorado aporta competencias clave, como el pensamiento analítico, la capacidad de investigación y la gestión de proyectos innovadores, que son habilidades cada vez más demandadas en el actual entorno empresarial -explica Carmen Palomino, directora de la FUE-. Es algo que se refleja en las cifras, como se puede ver en el último informe CyD, en el que se hace referencia a que en los últimos diez años la presencia laboral en empresas de estos perfiles ha aumentado notablemente, pero la realidad es que del sector productivo sólo un 6% considera importante incluir estos perfiles como talento dentro de sus plantillas». Según cifras del Sistema Integrado de Información Universitaria, cada año se doctora una media de 10.000 personas en España . Los ámbitos de conocimiento con mayor número de doctores son, por este orden, Ciencias; Salud y Servicios Sociales; Ciencias Sociales, Periodismo y Documentación; Artes y Humanidades; e Ingeniería, Industria y Construcción. En España, los centros más elegidos para hacer un doctorado son las universidades públicas. De hecho, según los Datos y cifras del Sistema Universitario Español 2020-2021, de todos los estudiantes que se matricularon en estudios de Doctorado, el 94,3% lo hizo en un centro público. «El sector productivo no conoce en qué consiste un doctorado ni cuáles son sus posibilidades, pero también hay muchas personas de este perfil que no conocen la realidad del trabajo en una empresa ni cómo transmitir cuáles son sus competencias y el valor añadido de su talento dentro de las compañías -explica Carmen Palomino-. Es aquí donde la FUE juega un papel crucial, con talleres anuales de estrategia profesional dirigidos a doctores dentro del marco del Portal de Empleo I+D+i perteneciente a la Consejería de Educación, Ciencia y Universidades de la Comunidad de Madrid, el cual llevamos gestionando desde hace ya 23 años. Se trata de una herramienta especializada en oportunidades de empleo en el ámbito de la I+D+i, dirigida en un primer momento a doctores, y posteriormente a ingenieros y graduados universitarios con perfil investigador y más recientemente a titulados de formación profesional. A través de este portal, que cuenta con una media anual de 5.000 candidatos registrados, promovemos la contratación de talento investigador en las empresas, gestionando una media de más de 3.000 oportunidades de empleo para estos perfiles, además de facilitar la transferencia de conocimiento universidad-empresa y la innovación tecnológica en las empresa». Otra institución que vela por la defensa y dignificación del título de doctor es la Real Academia de Doctores de España, «tanto en las exigencias para su obtención, como en su legítima ostentación y el ejercicio de sus prerrogativas». Desde la Academia explican que un hecho relevante en los últimos tiempos ha sido la aprobación en 2023 de un Real Decreto que modifica sustancialmentela regulación de los estudios de Doctorado. En este Real Decreto se especifica que las Escuelas de Doctorado proporcionen asesoramiento a sus estudiantes para su integración en los programas de doctorado, así como la obligatoriedad de contar con un plan de formación personal. Pero ¿qué son estas escuelas? Las Escuelas de Doctorado son un Centro de la Universidad que fue previsto en el Real Decreto de 2011 a raíz de la regulación que el Ministerio de Educación realizó sobre la denominada formación de tercer ciclo, en la que se considera a los doctores «como actores principales de la sociedad en la generación, transferencia y adecuación de la I+D+i». No se contempla su obligatoriedad, sino que la Universidad las podrá crear, «con la finalidad de organizar, dentro de su ámbito de gestión, las enseñanzas y actividades propias del doctorado». Según datos del Ministerio de Universidades, en España existen 52 escuelas de este tipo. Otra iniciativa para conectar estos estudios con las necesidades de las empresas fue la creación de los doctorados industriales. «La mención industrial en el título de doctor se obtiene al realizar los estudios de doctorado con la colaboración del tejido social y económico con el fin de fomentar la colaboración y la transferencia e intercambio de conocimiento entre el mundo académico y el mundo social y económico , ya sea éste del ámbito público o privado», explican desde RADE. «Para la mención 'Doctorado Industrial' hace falta que la tesis haya desarrollado un proyecto de investigación de interés industrial, comercial, social o cultural de una entidad, empresa pública o privada o administración pública; que se haya suscrito un convenio entre la entidad, empresa o administración pública y la universidad para el desarrollo académico de la tesis doctoral; y que el doctorando haya estado contratado por la entidad, empresa o administración pública donde desarrolle el proyecto de investigación al menos un año durante el desarrollo de la tesis, siendo necesario que una parte sustancial de la misma se desarrolle en la entidad, empresa o administración pública». Conscientes de la importancia de los doctores en nuestra sociedad, las autoridades educativas también adaptaron en 2023 la duración de las enseñanzas de doctorado a las necesidades reales de los estudiantes. De esta manera, ahora se puede ampliar la duración máxima de los estudios de doctorado, estableciendo la posibilidad de una prórroga de un año . Esta reforma también introdujo una serie de medidas vinculadas con la supervisión y evaluación del doctorado y la garantía de su calidad: por ejemplo, se exige que cada tesis cuente con un mínimo de dos informes emitidos por doctores expertos en la materia y externos a la universidad que podrán proponer aspectos de mejora. Se prevé que el tribunal que evalúe la tesis doctoral esté formado por una mayoría de miembros externos a la universidad y al programa en que se encuentre matriculado el doctorando. «Todo ello es sin duda bueno, pero está en el papel, y en la norma. Lo indispensable es que se lleve a buen término, de modo que se garantice la calidad y la originalidad de las tesis doctorales, con control que lleve en casos extremos a la anulación del título, como ha permitido siempre la legislación, y como se ha hecho en determinadas ocasiones», explican desde la RADE.