Países Bajos - Francia (0-0): Ni máscara ni fútbol ni goles
Será en el próximo capítulo cuando descubramos la máscara de Mbappé, porque contra Países Bajos el futbolista del Real Madrid se quedó en el banquillo todos los minutos, con cara de aburrimiento, la misma que los espectadores, los fanáticos de ambos equipos y mucho más los neutrales. Un Países Bajos - Francia tiene tanta historia, promete tantas cosas que lo que se vio en Leipzig fue una decepción de las buenas, de las más grandes en esta Eurocopa. Ni máscara, ni fútbol ni goles y esa sensación de viernes por la noche tirado por la borda.
Francia lleva dos partidos en una Eurocopa en la que, como finalista del Mundial, partía como favorita y suma cuatro puntos, cero goles en contra y cero marcados por sus jugadores. La victoria a Austria fue un tanto en propia puerta y contra Países Bajos las únicas jugadas peligrosas fueron protagonizadas por Griezmann y en ambas acabó rematando torcido, como cayéndose, muy en lo que es Francia: un equipo feo.
No es que con Mbappé jueguen mejor, pero su estrella sí les da una profundidad y un peligro que echan de menos cuando no está. Ese peligro, esa sensación de mazo que te va a dar una vez y no te levantas es lo mejor del equipo de Deschamps. Lo malo es todo lo demás: no juega a nada, es un equipo lento, al que le cuesta construir y que si tiene la pelota no sab muy bien para qué sirve. Tuvo unos buenos minutos al comienzo de la segunda mitad, cuando buscó con rapidez a Dembélé y éste parecía que encontraba el modo de hacer daño. Fue un espejismo. El delantero del PSG no tenía el día brillante y no terminó nada. Nadie le acompañó tampoco. Griezmann parece que hace mucho, pero al final no terminó de hacer nada; Theo Hernández, de los mejores el primer día, no corrió la banda, Rabiot, pegado a la banda desapareció y las carreras de Kanté, el futbolista con más determinación, no terminaban en nada.
Fue una Francia tan seca como siempre, pero sin gol y por eso el marcador no se movió. Pero bueno, era posiblemente parte del plan de Deschamps. Porque cuando vio que no podía contar con Mbbapé, en vez de apostar por Giroud y mantener los tres de arriba, lo que hizo fue echar a un lado a Rabiot, pero tampoco mucho y poner en el centro del campo a Tchouameni. Allí estaban, por tanto, Rabiot, el madridista y Kanté. Físico de sobra, otra cosa es que con eso le de a Francia para elaborar un fútbol consistente o por lo menos algo atractivo, un poco, una pizquita, que salve la hora y media de espectáculo.
No lo hizo y durante la primera mitad Países Bajos fue superior pese a no tener el balón. El equipo de Koeman es más feliz cuando tiene espacios para correr, juega a eso que se llama transiciones y espera atrás. Lo hizo varios veces en la primera parte, sin que tampoco Francia se preocupara. Hay que tener más intención o tener más calidad para arañar un poco a un bloque como el de Deschamps. Países Bajos es un equipo que casi, pero que no: Depay, Simons, Gapko. Buenos futbolistas, algún momento puede que excelentes, pero sin el nivel suficiente en general y ahora mismo para hacer frente de verdad a Francia. Países Bajos puede que llegase más, pero las ocasiones más claras fueron esas en las que Griezmann a un par de metros de la portería no supo con qué pierna pegar a la pelota.
Fue, entonces, al comienzo de la segunda mitad cuando dio la impresión de que Francia sí que quería ganar y jugó más cerca de la portería rival. Pero era una mentira, un espejismo en el desierto y nosotros muertos de sed. Duró muy poco la intención de los de Deschamps. Este luego sacó a Giroud y Koeman a Werghost, dos nueves-tanques, pero ya empezó a dar la impresión de que el empate les parecía bien a todos. Se quitaron, en fin, la máscara.
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