Darío Brizuela (San Sebastián, 29 años) es uno de esos jugadores a los que se les coge cariño con rapidez. Discreto e incluso tímido fuera de la pista (de niño llegó a tartamudear), el escolta es todo un volcán cuando tiene un balón en las manos, cualidad que le ha permitido convertirse en jugador del Barcelona y un fijo de la selección española . Padre de Bruno, con su segundo hijo en camino y a punto acabar la carrera de Psicología , el vasco atiende a ABC desde Málaga, donde se encuentra preparando con el combinado nacional el inminente Preolímpico , que se disputará en Valencia desde el 2 de julio. - ¿Cómo afronta una concentración que puede prolongarse hasta los dos meses de duración? -Con mucha paciencia, porque no es lo habitual. Hemos acabado la temporada de clubes y nos hemos venido directos con la selección. No hay mucho tiempo para preparar el Preolímpico, por eso lo estamos enfocando al trabajo del día a día. Además hay que priorizar el aspecto físico, porque en agosto ya volvemos de nuevo con nuestros equipos. - ¿En que está incidiendo más Scariolo? -Sobre todo en conceptos tácticos y en trabajar la defensa, que para él es lo más importante. Tras el Mundial del año pasado (España fue eliminada en la segunda fase) nos dimos cuenta de que era en lo que más habíamos fallado, por eso ahora se ha vuelto una prioridad. También estamos introduciendo algunas jugadas de ataque, cosas sencillas. De momento, Sergio quiere que nos empapemos de aquello que nos va a permitir competir. - Viene de una temporada complicada con el Barça. ¿Le libera salir de ese ambiente y venir a uno más reconocible como la selección? -Al final tengo un rol similar en los dos sitios. Es una situación distinta, pero disfruto tanto en el Barça como aquí. Yo lo que quiero es intentar ser mejor jugador cada día que pasa, no me centro en nada más. Sería darle demasiadas vueltas a la cabeza. - Como hace casi un año, la concentración de España vuelve a estar marcada por la ausencia de Ricky Rubio. ¿Pudo hablar con él antes de que renunciase a estar en la lista? -Se le echa de menos, pero respetamos mucho su persona, yo sobre todo. Hemos tenido una relación personal muy buena desde que llegó al Barça en febrero y hay que entender sus tiempos y sus decisiones. Los que lo queremos como persona le extrañamos. Pero si está mejor en casa, estamos felices por él. - Es la primera vez que España se enfrenta a un Preolímpico. ¿Da vértigo? -Es una situación extraña, porque encima el formato del torneo es atípico (grupos, semifinales y final). Pero bueno, es un reto más. Esta nueva selección que tenemos, con gente más veterana y otros más jóvenes, puede utilizar el Preolímpico para sentar las bases del futuro. Estamos muy ilusionados y debe servir para crear de nuevo un espíritu competitivo. - ¿Con Lorenzo Brown se vive más tranquilo? -Sí, es un jugador de élite en Europa y le echamos de menos en el Mundial. Que esté de vuelta es muy importante para nosotros. - En 2023 nació su primer hijo, Bruno, y unos meses después fichó por el Barça. ¿Cuánto ha cambiado su vida desde entonces? -Lo más importante que me ha pasado en la vida, de lejos, es ser padre. Afortunadamente, voy a serlo por segunda vez en un par de meses. Me hace muy feliz, pero espero no cambiarme de equipo la temporada que viene (risas). Ojalá que se puedan criar en Barcelona, como mínimo, durante los dos próximos años (su contrato con los azulgranas acaba en 2026). - ¿Cómo va ese último año del grado de Psicología? ¿Jugar en el Barcelona le ha puesto más difícil el estudiar? -Me cuesta más, pero no por los viajes, sino por el hecho de ser padre (risas). En los aviones sigo aprovechando para estudiar, pero cuando estoy en casa es más complicado. Cuando vuelves de un desplazamiento, tu hijo solo quiere estar contigo y tú solo quieres estar con él. Entonces, mis horas de estudio las he llevado a la noche. Pero lo he conseguido sacar adelante con mucha ayuda y con mucha paciencia. - ¿Aplica sus conocimientos de Psicología consigo mismo? La mente de un deportista de élite suele ser compleja -Sí, pero no de forma muy teórica. Cuando estudias la carrera amplías tus conocimientos sobre lo que sienten las personas, sobre cómo son en el plano emocional. Entonces, cuando paso por momentos jodidos, que hay muchos tanto en la vida como en el deporte profesional, he aprendido a gestionar mis emociones de forma interna, sin exteriorizarlas, y me ha ayudado mucho. Cuando tienes un partido malo, cuando las cosas no te salen, saber digerir los pensamientos negativos es muy importante. Eres parte de un equipo, y si además juegas en el Barça y eres español, tienes que tirar de los demás, dar ejemplo. De lo que he aprendido en la carrera, es lo que más utilizo. Digerir las emociones rápido y sacar conclusiones aún más rápido. - ¿Sus compañeros le utilizan como confidente? -(Risas) No, pero sí que suelo sacar información fácilmente de compañeros a los que veo mal. No voy a decir quiénes son porque se van a enfadar conmigo, pero sí que cuando veo que, alguno pasa por un bache, intento meter el dedo, pero siempre para ayudarle. Respeto mucho que sean mis compañeros, no los veo como pacientes. Además, no tengo la formación para tratarlos como tal. Aunque en el futuro sí que tengo en mente especializarme en psicología deportiva. - Usted es introvertido fuera de la pista, pero muy volcánico cuando tiene una pelota en las manos. ¿Cómo es posible que sean tan diferentes el Brizuela persona y el Brizuela jugador? -Porque me encanta la competición. Soy muy tranquilo, muy reservado sobre todo. Adoro estar con mis amigos de toda la vida, no me gusta hacer planes muy rocambolescos. Pero sí que es verdad que en el baloncesto no siento nada de eso. Viene desde que era muy pequeño, cuando estaba en San Sebastián. Recibía muchas críticas por mi forma de jugar y fui formando un caparazón contra todo eso. Me encanta ganar y es cierto que fuera de la cancha soy totalmente distinto. Es difícil de explicar (risas), pero disfruto de ambas facetas.
