Déjà vu
Sé bien que Talleyrand, aquella buena pieza que navegó a lo largo de su vida a través de tirios y troyanos, no es, en principio, la mejor fuente a que un demócrata puede recurrir para censurar los trapicheos políticos. Pocos personajes en la Historia europea podrían ofrecer un ejemplo tan cumplido del zorro sin principios capaz de mantenerse en el Poder a costa de lo que fuere menester. En sus Memorias nos ha dejado, en efecto, un inacabable arsenal de recursos cínicos cuya practicidad no cabe discutir pero que revelan la gravedad de la desmesura que puede envilecer la política. En ell ...