El fallo del Tribunal Superior de Israel amenaza con romper la coalición de gobierno y adelantar las elecciones

Unos lo han visto como un ataque a su integridad como religiosos, otros como el fin de una discriminación. Aunque, sin duda, el fallo del Tribunal Superior sobre la exención militar de los ultraortodoxos es una decisión histórica para el Estado de Israel. De forma unánime, el Tribunal Superior de Justicia dictaminó ayer que no existe un marco legal para que el Gobierno conceda exenciones generales del servicio militar a estudiantes de la yeshivá ultraortodoxos. El Tribunal, compuesto por nueve jueces, también dictaminó que el Ejecutivo ya no puede brindar apoyo financiero a los jóvenes que, en vez de hacer el servicio militar, estudian la torá. Sin embargo, existen una serie de lagunas en esta decisión: cómo van a hacer cumplir la ley o cuántos estudiantes ultraortodoxos deber ser reclutados. Se estima que hay unos 67.000 hombres haredíes que son elegibles para el servicio y que este año de alistamiento, que comenzó en junio, podrán incorporarse unos 3.000 reclutas. Así se pone fin a un sistema de décadas de antigüedad que otorgaba a los hombres ultraortodoxos amplias exenciones del servicio militar, mientras se mantenía el alistamiento obligatorio para la mayoría judía secular del país. Casi desde que existe el Estado de Israel, el servicio militar obligatorio ha eximido a los judíos ultraortodoxos. Pero el conflicto en Gaza ha reavivado el resentimiento sobre este pacto y provocado llamamientos para revertirlo. Mientras el Ministerio de Defensa presionaba para que los soldados regulares y los reservistas estuvieran más tiempo en el campo de batalla y siguieran abasteciendo las filas, los estudiantes de la yeshivá permanecían exentos. El partido Likud del primer ministro Benjamín Netanyahu criticó el fallo del Tribunal Superior de Justicia en un comunicado: «La verdadera solución al problema del servicio militar obligatorio no es un fallo del Tribunal Superior que será relevante sólo por un corto período, sino la finalización de la histórica ley de servicio militar obligatorio que actualmente se está preparando para una segunda y tercera lectura en el Comité de Asuntos Exteriores y Defensa de la Knesset». El partido considera «extraño» que el Tribunal intervenga en la cuestión «precisamente ahora, en vísperas de la finalización de la histórica ley de reclutamiento» y tras el «mayor reclutamiento jamás realizado» de reclutas ultraortodoxos. No está claro a qué alistamiento récord se refiere el Likud. En 2020, las FDI admitieron que sus cifras de alistamiento de los ultraortodoxos no eran fiables. Los ultraortodoxos siguen rechazando este fallo, que lo ven como un ataque contra su integridad como grupo. El presidente del partido ultra Shas, Aryeh Deri, fue claro en sus declaraciones: «La Torá es el arma secreta de Israel contra todos los enemigos y ningún poder en el mundo puede impedir que el pueblo judío la estudie». Hay que recordar que los ultraortodoxos ven su estudio religioso a tiempo completo como su parte en la protección del Estado y muchos temen que un mayor contacto con la sociedad secular a través del ejército aleje a sus seguidores del estricto estudio de la fe. Ahora, está por ver cómo reaccionarán a esta decisión histórica. En fallos judiciales anteriores sobre el tema del alistamiento, ya hubo serios enfrentamientos entre la policía y los ultraortodoxos. Sin embargo, desde la oposición celebraron este histórico fallo. Su líder, Yair Lapid, pidió al Ejecutivo de Netanyahu que comenzara la movilización de inmediato: «El Tribunal Superior habló esta mañana (por ayer) y fue claro y tajante, incluidos los jueces más conservadores: no hay más exenciones para los ultraortodoxos». Esta decisión echa más leña al fuego en la coalición de Gobierno. Los partidos ultraortodoxos, políticamente muy poderosos, son socios clave en la amalgama que forma el Ejecutivo de Netanyahu. Estos se oponen a cualquier cambio en el sistema actual y, al ponerse fin a las exenciones, podrían arruinar la coalición, provocando el colapso del Gobierno y seguramente llevando a nuevas elecciones en un momento en el que la popularidad de Netanyahu está por los suelos. Mientras tanto, el número de bajas en la guerra con Hamás en Gaza sigue aumentando. Desde el 7 de octubre, más de 600 soldados han muerto, que se suman a los 1.200 asesinados por Hamás y la Yihad islámica el día de los atentados. El jefe del Ejército de Israel declaró esta semana que se enfrenta a una escasez de tropas, pero no solo por las bajas. También cada vez más por el rechazo a formar parte de un ejército que está provocando un gran número de bajas en el lado palestino. Esta oposición a la estrategia llevada en la Franja se vio el pasado fin de semana con cientos de manifestantes en las calles de Tel Aviv y Jerusalén.