Del debate por las presidenciales estadounidenses, cabe pensar que Trump no estaba en lo cierto y Biden no estaba . Permitir que el candidato demócrata se arrastre por los escenarios de las presidenciales de noviembre es una de las torturas más refinadas que se pueden concebir a día de hoy. Qué cuotas de crueldad y de locura no habrá alcanzado nuestra civilización para que nadie, ni su partido, ni su hijo, ni su mujer, ni sus amigos, nadie, se acerque a decirle: «Joe, se acabó, déjalo, no vale la pena». Y que, en cambio, sigan arrastrándolo por mítines y atriles en los que no es capaz de recordar ni qué quiere decir, ni quién es, ni qué puñetas hace allí....
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