Sobre el ejercicio de la traducción, particularmente de la poesía, planea la sombra alargada de dos sentencias que, sacadas de contexto, suenan a demoledoras: el dicho italiano «Traduttore, traditore», o sea, «traductor, traidor», sobre la inexactitud y las dudas inherentes al acto de traducir; y la sentencia del poeta norteamericano Robert Frost que define la poesía como «justo lo que se pierde en la traducción». Respecto a esta máxima tan conocida, por chocante, apostilla con mucho tino y sutileza Natalia Carbajosa en su especie de ensayo 'La belleza de traducir… poesía' que «eso que se pierde porque no existe del todo o no está dicho del todo en el poema original es, precisamente, lo que con más ahínco debe ser...
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