Esta ciudad nuestra de vez en cuando tiene entre sus vecinos a creadores internacionales que muchas ciudades darían por poseer en sus padrones tan sólo un ratito. Henri Matisse vino a Sevilla a buscar la huella islámica, aquí pintó dos de sus cuadros. Dicen que el pintor Miguel Pérez Aguilera se pasó media vida buscando entre los anticuarios del Jueves alguno de estos lienzos. En 1951 otro genio, esta vez de la fotografía, Brassaï, llegó a nuestra ciudad para inmortalizarla. Muchos años después, en la década de los noventa, nada menos que el oscarizado director de cine y teatro francés Patrice Chéreau, se compraba una casa en la calle Castelar y se hacía cliente del Vizcaíno, por no hablar de...
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