La historia del Super Glue se remonta a un momento de gran tensión: el año 1942. A finales del año anterior se había producido el ataque japonés a Pearl Harbor y se libraba una demoledora guerra en el Océano Pacífico. En medio de la vorágine el científico Harry Coover Jr (1917-2011), que en aquellos momentos estaba trabajando para la gigante Eastman Kodak , buscaba desesperadamente aplicaciones militares para un nuevo compuesto llamado cianoacrilato, patentado meses atrás por la Goodrich Corporation. Había recibido la orden de mejorar, con la ayuda del éster de ácido 2-cianocrílico, las mirillas de las armas. Sin embargo, el destino le tenía reservado otros planes. Y es que, en un giro inesperado del guion, el equipo de Coover descubrió que el cianoacrilato no solo era ineficaz para las mirillas, sino que además poseía una característica muy peculiar: todo lo que entraba en contacto con él quedaba irremediablemente pegado, ahora lo habríamos llamado un adhesivo de secado rápido. Lo que en un principio parecía un contratiempo se convirtió en una oportunidad, siendo la chispa que dio origen al Super Glue, conocido inicialmente como «Eastman 910». Los científicos empezaron a utilizar su poder adhesivo para reparar equipos militares y unir piezas de metal en cuestión de segundos. Cuando terminó el conflicto, el Super Glue se liberó de sus grilletes militares y se lanzó a colonizar el mundo civil, y ahí fue donde triunfó realmente. La clave de la adhesión rápida y fuerte radica en su capacidad para reaccionar con la humedad presente en el aire y en la superficie a pegar. Cuando aplicamos el Super Glue, las moléculas de cianoacrilato entran en contacto con estas moléculas de agua, iniciando una reacción de polimerización. Durante la polimerización, las moléculas de cianoacrilato se unen entre sí formando cadenas largas y resistentes, que se extienden y entrelazan, creando una red polimérica tridimensional que envuelve las superficies a pegar, formada por enlaces covalentes entre las moléculas de cianoacrilato y las superficies a pegar. Fue usado por electricistas, artistas, fontaneros, reparaciones domésticas… y sanitarios. Los primeros usos médicos del Super Glue surgieron en otra guerra: la del Vietnam. Allí, en la crudeza de la selva asiática, donde la atención médica inmediata resultaba crucial, el Super Glue ofrecía una alternativa con una aplicación rápida y sencilla, incluso en condiciones precarias y con manos temblorosas. Gracias a su poder adhesivo los médicos pudieron suturar heridas en el campo de batalla o en ambulancias en movimiento Su uso, a pesar de sus beneficios, tampoco estuvo exento de controversia. Algunos médicos expresaron preocupación por los posibles efectos secundarios que se podían derivar, como podía ser la irritación de los tejidos, la reacción alérgica y la dificultad para eliminar el pegamento. Además, existían algunos interrogantes éticos sobre el consentimiento informado, ya que la aplicación del Super Glue podía ser irreversible en algunos casos. Hoy en día, el Super Glue sigue siendo uno de los pegamentos más populares del mundo y se sigue utilizando en una gran variedad de aplicaciones, que van desde la medicina hasta la industria aeroespacial. Y quién sabe cuál será su futuro, tal vez un día nos sorprenda y el Super Glue nos ayude a construir casas en Marte.
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