Un 2 de julio, pero de 1875, en la plaza de la Barceloneta se lidió el toro Abutardo, de la prestigiosa ganadería de Arribas. Un toro que enloqueció a los aficionados de la época. Cuentan las crónicas que Abutardo tomó nada menos que veintiséis varas y mató siete caballos. Pues con aquella excepcional hoja de servicios no le cupo el honor de ser indultado. Eran, sin duda, otros tiempos. El indulto no estaba de moda, ni para los toros. Así, hasta que ya metidos en los años treinta, en junio de 1936, el toro Civilón, de Cabaleda, que venía precedido de un historia sentimental por su docilidad, se ganó la vida en una pelea de toro bravo en una lidia...
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