Advirtió Novak Djokovic que si jugaba Wimbledon era para aspirar a besar el título. Y así es como ha empezado: ganando al checo Vit Kopriva en una hora y 59 minutos (6-1, 6-2 y 6-2), pero con cautela. Solo el todoterreno serbio era el único capaz de estar pisando una superficie 25 días después de su operación en la rodilla derecha. Esa mismo que le impidió jugar en cuartos de final en Roland Garros y que a todos nos hizo pensar que no le veríamos en los Juegos Olímpicos, que este año se dan cita en la capital parisina. Salió serio y con una rodilla derecha entre algodones al verde de la pista central en su decimonovena participación en Wimbledon. Al frente tenía a un checo de 27 años que se enfrentaba en su primera gran aparición del torneo de hierba al ex número 1 del mundo. El primer juego lo empezó ganando, pero con cautela. Porque cuando la pierna de apoyo era la derecha, inmediatamente cambiaba a la izquierda. Algo que también notó el checo y lo explotó al máximo para sacar rédito Sabía el número 123 del mundo que si quería ganarle a Djokovic debía moverle por toda la pista. Le rompió dos veces el saque en el primer set, siendo clave el cuarto juego el cual, tras casi 15 minutos de duelo por intentar llevarse alguno la ventaja de unos 40-40 iguales que se dibujaron en el luminoso hasta en siete ocasiones, sacar la ventaja que le hizo volar en cohete a la victoria. En el segundo set se le vio más cómodo al ganador de 24 Grand Slams. Repartiendo jugo, sacando siempre la mejor oportunidad de cada circunstancia. En el tercer set, cuando el 1-1 se pintaba en el marcador el serbio dejó una de esos gestos a los que nos tiene acostumbrados, su forma de mantener encendida su abanico de posibilidades. Su siguiente rival está por decidir. Avanza