Acabarán diciendo –ya han empezado a hacerlo– que nada sucedió. Que no hubo desfalco, ni engaño alguno, ni subvenciones ilícitas; como mucho, alguna irregularidad de menor cuantía, pequeñas omisiones en los procedimientos de rutina. Que todo fue un bulo de la máquina del fango y los jueces ultraderechistas . Que los billetes para asar una vaca eran el fruto de ayudas legítimas propias de la redistribución social de un Gobierno progresista. Que el 'fondo de reptiles' era una metáfora imaginativa. Que las diecinueve advertencias del interventor, todas desoídas, respondían a un exceso de celo en la tutela administrativa. Que los diez años de fraude sentenciado por la justicia no fueron más que una ensoñación, como la del 'procès' separatista, aunque...
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