Más de quince años dan para mucho en función del prisma con el que se observe la realidad. Echar la vista atrás sólo puede confeccionar un traje a la añoranza y un viraje para seguir poniendo los ojos en el horizonte, cercano o distante. Sin embargo hay una familia que vive anclada, como un viejo barco, en las aguas del Guadalquivir, que con más o menos verde, verde esperanza, atraviesa el alma de la ciudad. En esa casa sólo pasa la vida que corre sin freno en el exterior, porque bajo ese mismo techo todo quedó varado la noche del 24 de enero de 2009 y las etapas del duelo se confunden al tiempo que la rabia le va ganando...
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