Hace unos días mi hijo mayor me descubrió 'Caballero sin espada', una película de Frank Capra que no conocía. Al acabar de verla, pensé que hoy sería imposible una trama así, entre otras razones por el desprecio intelectual que sufre toda narrativa con final feliz. Y esta obra del cineasta ítalo-estadounidense se cierra con un desenlace que restaura la confianza en la condición humana. Nuestra visión de la vida está marcada en la actualidad por la falta de fe en nuestras posibilidades. Todo ideal relacionado con el amor, la amistad, la familia, no digamos la política o la empresa, aparece fatalmente vinculado a un desengaño ineludible. El amor es eterno mientras dura. Cualquier entendimiento entre padres e hijos es provisional...
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