El golpe
Pantomima o no, golpe o autogolpe, fue una intentona militar la perpetrada en Bolivia que puso a prueba el talante democrático de buena parte de la comunidad internacional, acentuado especialmente en el continente americano. La gran mayoría de los países, presidentes, organismos y demás instituciones multilaterales que la integran, le salió al paso a ese hecho castrense con posiciones muy firmes que presagiaban un eventual aislamiento y graves consecuencias para un régimen de cachuchas.
Esta aventura obliga a un detenido análisis por su repercusión en el actual ámbito político venezolano, caracterizado por un invasivo tutelaje militar que opera sobre el poder civil, cimentado con los antivalores del 4F; como también obliga al análisis de los peligros que este militarismo encarna para el rescate de la democracia en el país. De esta situación tiene conocimiento detallado esa comunidad por lo evidente que les resulta a sus jefes de misiones en nuestro país.
Los presidentes de gobiernos democráticos: Petro de Colombia, Da Silva de Brasil, Boric de Chile, López Obrador de Mexico, Arévalo de Guatemala, Luis Lacalle Pou de Uruguay, Laurentino Cortizo de Panamá, Peña de Paraguay, Castro de Honduras, Abinader de República Dominicana, Chaves de Costa Rica, Boluarte de Perú; así como países con gobiernos dictatoriales o autoritarios, como el de Cuba con el cínico Díaz-Canel “indignado por el atropello a la democracia” y la Nicaragua del impresentable Ortega, han repudiado el golpe de Estado o han manifestado su preocupación ante el escenario de un posible autogolpe en Bolivia, como ha sido el caso de Milei de Argentina, Bukele de El Salvador y Biden en Estados Unidos.
En la región, como un todo, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, condenó los hechos al declarar que el organismo no tolerará “ningún quebrantamiento del orden constitucional legítimo en Bolivia o cualquier otro lugar”.
Por su parte, la Unión Europea, con España a la cabeza, ha rechazado categóricamente esa fallida intentona. Más cauteloso, el secretario general de la ONU, António Guterres, instó “a todos los ciudadanos, incluyendo a las Fuerzas Armadas, a proteger el orden constitucional en Bolivia, luego del intento golpista perpetrado por grupos militares” .
Visto en contexto lo anterior, es bueno tener presente que en el caso venezolano, Nicolás Maduro -ilegítimo presidente de origen y desempeño- también rechazó ante la comunidad internacional el «golpe de Estado» contra su homólogo Luis Arce, que no exime ni justifica al autogolpe como salida, y con ello se ha sometido al rígido escrutinio de la comunidad internacional que supone el acatamiento de las reglas del juego democrático en todas la etapas de esta liza electoral y poselectoral.
Sin embargo, conscientes como estamos del doble discurso que caracteriza a Maduro y su camarilla, no podemos dar por descontado que sus palabras lo comprometen. De hecho, su ministro de la Defensa, Padrino López, nos hace dudar si tomamos en cuenta la abierta violación de nuestra Constitución cuando ha manifestado su apoyo incondicional a Nicolás Maduro y el respaldo a su reelección, con una arenga intimidatoria, infestada de un parcialismo político vedado por nuestra carta magna, al expresar su apoyo al socialismo del siglo XXI y defender el proyecto revolucionario con las manos en el fusil para resguardar el orden, y así “…despejar el dilema de volver al colonialismo, al entreguismo, al proimperialismo o estar del lado de la patria insurgente, valiente, corajuda, bolivariana, antiimperialista”.
Ojalá se trate de una simple bravuconada para congraciarse con su jefe, rusos, iraníes y cubanos; de ser así, no tendría a futuro problemas de mudanza. El inconveniente sería que este exceso pase a mayores por tratar de mantener a todo trance la hegemonía de este nefasto régimen promilitarista en contra de la voluntad del pueblo venezolano manifestada electoralmente. La comunidad internacional está expectante y nosotros decididos a hacer valer esos resultados.
@vabolivar
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