Rafael Jiménez: “En la sociedad que vivimos hay mucho que criticar y como artista nos corresponde tener una postura”
Para quienes no vivimos directamente la época del conflicto armado interno, uno de los primeros acercamientos fue a través de las imágenes. La exposición fotográfica Yuyanapaq. Para recordar −antes en la Biblioteca Nacional del Perú y ahora en el LUM− significó un impacto necesario para empezar a reconstruir, como un proceso interno, los retazos de uno de los periodos más trágicos que vivimos como sociedad.
Películas, libros, audios, recortes y archivos también forman parte de ese intento inacabado de indagar sobre la crueldad que se vivió; sin embargo, las fotografías enmarcan un punto de quiebre. Bajo este enfoque, el artista visual Rafael Jimenez Oliver elaboró su obra Los colores del conflicto, deconstruyéndo imagenes digitales del periodo de violencia hasta su únidad mínima, el pixel.
En entrevista para La República nos comenta que su muestra ―que inaugura este viernes 5 de julio en Manzana Uno Espacio de Arte en Bolivia― busca confrontar al espectador sobre su posición en el ejercicio de la memoria: si preferimos recordar u optamos por el olvido. Significando esto un punto base en un contexto donde sectores buscan propiciar la censura, distorsión y rescribir la historia.
¿Cómo llegaste a abordar el tema de la memoria en tus obras?
En Bellas Artes llevamos un curso donde intervenimos espacios públicos. En el contexto de las elecciones de 2016 formamos el Colectivo Gallinazo con el cual hicimos memoria pegando viniles con códigos QR en lugares donde habían ocurrido sucesos relacionados a la violencia en el conflicto armado interno.
Desde ahí comenzó mi inquietud, porque antes no conocía de esos temas. Vengo de un colegio militar donde no se me enseñó nada al respecto y toparme con esa realidad fue bastante chocante.
Y entiendo que en ese proceso el archivo fotográfico y las imágenes fueron fundamentales
Al inicio (lo que ahora es mi obra) inició como algo netamente explorativo. Ya en el último año (de la universidad) fui encontrando una relación en cómo la fotografía pixelada se asocia con el estado de la memoria actual, que también es borrosa. Olvidamos o nos obligan a olvidar y es parte de ciertas políticas del Estado.
En primera instancia usé el archivo fotográfico de Yuyanapaq. Seleccioné 25 fotografías de las 1500 que hay y luego filtre las de colores, porque si hacemos un balance, el 80% de ese acervo fotográfico son de blanco y negro y yo vengo de la especialidad de pintura, así que necesitaba color.
De ahí es que llegas a la representación mínima de las imágenes
Toda imagen digital está construida con pixel y cada pixel es un color que le pertenece a esa imagen. Mis obras son una manera distinta de relatar lo que se veía y ocurría durante ese periodo.
Deconstrucción para mí es olvido, la imagen borrosa o pixelada es que hemos olvidado. Cuando la imagen está nítida es que queremos recordar. Justamente, existen estos dos polos de interacción en mi obra.
Para mí, un eje transversal es la educación. No busco adoctrinar. Cada uno tiene su propio pensamiento crítico, pero trato de compartirles esa información y hacerles pensar.
Pero en este proceso también sientas una posición, ¿consideras que el artista debe tener una responsabilidad crítica o política?
En general histórica. No diría que somos los encargados, pero debemos contribuir a la sociedad con nuestro arte. No necesariamente reivindicar algo, sino ayudar a recordar y apostar por temas que hagan construir un pensamiento crítico de lo sucedido en nuestra historia.
No tengo nada en contra de los artistas que hacen cuadros decorativos, cada uno tiene su rubro, pero no debería ser lo único. En la sociedad que vivimos hay muchas cosas que criticar y como artista nos corresponde tener una postura.
Precisamente, existen intentos por silenciar o distorsionar propuestas artísticas sobre el conflicto armado interno
Creo que en los últimos años la censura ha cobrado mayor fuerza y ahora está en su escala máxima por el tema audiovisual. Siento que estamos retrocediendo bastante. La libertad de expresión es nula y creo que eso responde a cómo estamos siendo manejados.
El sector artístico ha sido el más golpeado desde la pandemia porque no tenemos políticas de memoria o culturales que nos sostengan como sector. Cómo podemos aspirar a ser una sociedad mejor si no se apuesta por la cultura.
Además, cada vez se acortan más los espacios donde alojar estas propuestas
Mi camino dentro del camino del arte para exponer ha sido bastante accidentado y las puertas mayormente han estado cerradas. En estos últimos años y a partir de la pandemia empezaron a surgir más espacios alternativos y autogestionados.
Ya dentro de este campo uno se da cuenta de que no hay oportunidades para alojar este tipo de temáticas, pero tampoco podemos estar echándole la culpa solo al Estado. Uno tiene que buscársela y tocar puertas hasta que se dé. Si bien es cierto a estos no va una gran cantidad de público como querríamos, al menos estamos haciendo algo.