El VAR, bien aplicado, ha terminado con muchas discusiones sobre el césped. Si es fuera de juego y lo dicta la sacrosanta tecnología, se anula el tanto y a jugar sin más réplicas. La novedad de la Eurocopa, de qué solo los capitanes se puedan dirigir al colegiado, ha terminado con muchas protestas. Y las pocas que hay, se saldan con una tarjeta amarilla ipso facto que cortan, de cuajo, más rifirrafes que tensionan el partido y afean el espectáculo. Ante tanta profilaxis deportiva, algunos futbolistas se están liando en el momento más bonito: el gol y su celebración posterior. Es entonces cuando las cámaras y el comité de disciplina de la UEFA hacen el resto.
Jude Bellingham salvó de chilena a
Inglaterra sobre la campana y, durante la celebración, se cogió de los testículos mirando a la grada, en un gesto similar al de
Rubiales en el palco.
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