Inglaterra - Suiza (2-1): Ganar en el alambre
En los penaltis, después de empatar el primer tanto de Suiza y con un remate al palo de Shaquiri cuando terminaba la prórroga. Así se ha metido Inglaterra en las semifinales de una Eurocopa gris. Ahora, los de Southgate son muy favoritos para llegar a la final y quién sabe si ganarla. Otra cosa no, pero eso de ir pasando fases lo hacen fenomenal y no les importa ni un poquito la manera. Es un equipo que juega mejor en la agonía y al que le falta algo de alegría para compartir. Es lo mismo, el deporte profesional va de identidades y de ganar. E Inglaterra lo está haciendo en la Eurocopa.
Ganó a Suiza porque a falta de entusiasmo, Inglaterra tiene capacidad de sacrificio y la convicción de que no se le van a escapar los partidos. Por eso empató Saka, el mejor del partido, con un golazo el tanto que cinco minutos antes había hecho Embolo. Saka lanzó desde la esquina del área grande, al otro palo, curvado, raso, mortal para un Sommer que cuando vio llegar la pelota, ya era tarde y estaba muy lejos. Saka también marcó el penalti como hicieron todos sus compañeros ingleses. Pickford sólo necesitó parar uno y así conseguir que los inventores del fútbol estén, por resultados, entre los mejores cuatro de Europa.
No fue una gran Inglaterra, pero no fue la peor del campeonato. Fue su mejor partido, en el que tuvo más intención de jugar la pelota y de ir al ataque. Ayudó que Saka estaba muy activo y hacía mucho daño por su banda, sobre todo cuando encontraba a Foden, más metido en el centro y, al principio, con más participación en la elaboración del ataque inglés. Fue un equipo con más personalidad y más ganas que días pasadas, aunque con la misma zozobra ante el gol. Y tampoco nos pases, Inglaterra, pese a los nombres, no está pensada para ilusionar o para dejar detalles memorables en la cabeza de los aficionados. Lo único que puede cambiar eso es una victoria en la competición y así estas palabras y las escritas otro día se olvidarían, porque nada importara entonces. Por fútbol, sería arriesgado pensar en una Inglaterra campeona, pero ahora, a falta de dos partidos, nada es imposible.
Sigue teniendo notables problemas en la construcción del juego, aunque Mainoo le ha dado más vitalidad y el papel de Bellingham, demasiado pegado a la banda, parece reservado para momentos estelares, sin continuidad en el juego. Es lo mismo que Kane, cuyo peso en los partidos es mínimo. Southgate no ha conseguido exprimir de verdad a sus futbolistas, pero el paso de los días y la supervivencia en la competición les está dando una mentalidad de acero, cuyo valor es incalculable.
Suiza le entregó la pelota, porque el equipo de Xhaka estás más feliz sin ella, siendo un bloque y esperando sus momentos. No se vio inferior nunca, pero tampoco muy superior, ni siquiera con el gol que marcó ya en la segunda parte. Los ritmos de Suiza dependen de Xhaka, el futbolista que está viviendo su plenitud gracias al Bayer de Xavi Alonso y que no necesita dar un esprint de más para mandar en su equipo. Hay algo hermoso en la lentitud con la que Xhaka recibe, coloca el balón sin prisa, levanta la cabeza, ordena con los brazos y decide seguir la jugada. Algo antiguo, algo contra la prisa que nos invade. Pero con eso no da para llegar a los cuartos de una gran competición. Suiza siempre está ahí en los últimos años, pero en la frontera tiembla o duda o no se lo cree lo suficiente y se va a casa con la sensación de no ser peor, pero de no llegar donde otros, por historia o por el intangible que sea, sí que llegan.
El partido estuvo igualado, soso casi siempre, hasta que Embolo remató a puerta vacía cuando quedaban quince minutos para el final. Entonces Southgate hizo su mejor movimiento: cambios y todos arriba. Es lo que de verdad le está funcionando. Empató rápido y después volvió al tono monocorde siempre, ni sí ni no. Y no le vamal, por lo visto.