Macron trata de evitar un clima de fin de reinado entre presiones y debilitado por la derrota en las urnas
“Es el presidente Macron el que ha acabado con la mayoría presidencial. La ha disuelto”. Las palabras que pronunció hace unos días el ex primer ministro Édouard Philippe reflejan el desconcierto y el enfado de los aliados de Emmanuel Macron, a los que el jefe de Estado lanzó a una campaña relámpago, en muchos casos con escasas posibilidades de victoria. Previsible candidato a la elección presidencial en 2027, en la que espera atraer el voto de centroderecha, Philippe fue una de las primeras figuras de la coalición presidencial en criticar abiertamente la decisión de convocar elecciones anticipadas tras el fracaso en los comicios europeos del 9J.
El presidente tomó esta decisión en solitario, apoyándose en un puñado de consejeros del Elíseo. Los miembros del Gobierno no la descubrieron hasta un Consejo de ministros extraordinario poco antes del anuncio oficial hecho por Macron. La fotógrafa oficial de la presidencia, Soazig de La Moissonnière inmortalizó la vertiginosa jornada en una serie de instantáneas que dejan ver los rostros serios de algunas de las principales figuras del Ejecutivo, como el ministro del Interior Gérald Darmanin.
Poco antes, esa misma noche, el primer ministro Gabriel Attal y la presidenta de la Asamblea Nacional habían sido informados por Macron de su decisión. Los relatos que han trascendido en la prensa francesa cuentan que ambos intentaron convencer –sin éxito– al jefe de Estado de que no adelantase los comicios, en particular en un momento en el que la dinámica electoral favorecía el ascenso de la extrema derecha, de la mano del partido Agrupación Nacional.
“El parqué de los suelos de los ministerios y los palacios de la República están llenos de bichos bola. Siempre ha habido esos bichos bola, forman parte de la vida política francesa. Viven en las ranuras de los suelos de parqué. Es muy difícil deshacerse de ellos. Lo mejor es simplemente no escucharlos”, decía el ministro de Economía, Bruno Le Maire, en alusión a ese pequeño grupo de consejeros del Elíseo, encabezado por el periodista Bruno Roger-Petit, a los que se achaca haber recomendado al presidente la convocatoria del elecciones anticipadas.
Poder solitario
Acusado de ejercer un poder vertical y en solitario desde su llegada al Elíseo hace siete años, la pérdida de la mayoría absoluta en las legislativas de 2022 ha marcado el segundo mandato de Macron. A falta de nuevos aliados, la mayoría de leyes presupuestarias tuvieron que ser aprobadas por decreto (incluida la polémica reforma de las pensiones) y la ley sobre la inmigración fue modelada por las exigencias de Éric Ciotti y el partido conservador Los Republicanos a cambio de su voto.
Si aquellas parlamentarias de 2022 marcaron una primera pérdida de poder de la coalición presidencial, los resultados del pasado domingo reducen su influencia al papel de segundo bloque, por detrás del Nuevo Frente Popular (alianza de formaciones de izquierda). También obligan al presidente a convencer a sus aliados para que sigan formando parte de la coalición macronista. “Decidió disolver la Asamblea, muy bien. Pasemos a otra cosa. Pero esa otra cosa no puede ser exactamente igual a lo que había antes, significa crear una nueva mayoría parlamentaria que funcionará sobre una base diferente”, pedía hace unos días Philippe.
El debilitamiento del bloque macronista, que se ha dejado casi un centenar de escaños en estas últimas legislativas, era un resultado previsible en vista de los porcentajes de voto en las pasadas europeas, en las que la coalición presidencial ya había quedado muy lejos de la lista de extrema derecha liderada por Jordan Bardella.
Si bien perder la mayoría relativa supone una derrota, los sondeos pronosticaban un resultado aún peor para la coalición presidencial. El bando macronista se ha beneficiado de las retiradas tácticas de candidatos para vencer a la extrema derecha, recabando el voto de electores de izquierdas pese a sus ataques contra el Nuevo Frente Popular. Según informan algunos medios que citan a asesores y otros interlocutores de Macron, el Elíseo está haciendo gala de su satisfacción contra los detractores del adelanto electoral.
Las razones que llevaron a Macron a anticipar las elecciones siguen siendo objeto de debate. La posibilidad de una moción de censura el próximo otoño, en la que Los Republicanos sumase su voto a los del resto de la oposición para hacer caer el Gobierno, es uno de los motivos mencionados. Algunos especulan con la posibilidad de que Macron considerara que una mayoría en la Asamblea y un hipotético Gobierno de Bardella provocarían un desgaste y un desencanto entre los votantes del partido de Marine Le Pen, lo cual podría cerrarle las puertas del Elíseo en la elección presidencial de 2027 (a la que no puede presentarse por la limitación de mandatos consecutivos).
Llamadas a una gran coalición
Conscientes de la impopularidad del presidente, la tarea de conducir a los candidatos de su coalición a nivel nacional, durante la campaña de las legislativas correspondió al primer ministro. En la recta final, Attal ya comenzó a sentar las bases de un posible llamamiento a una gran coalición que impidiera a los diputados de extrema derecha dominar la Asamblea, ante la perspectiva de una eventual victoria del partido de Le Pen.
Para el primer ministro, que presentó su dimisión el lunes, “el centro de gravedad del poder en Francia estará de ahora en adelante en manos del Parlamento y, por tanto, de nuestros conciudadanos”. En su intervención del domingo, Attal criticó por primera vez, a media voz, la decisión de Macron. “Yo no elegí esta disolución de la Asamblea, pero me he negado a sufrirla; con nuestros candidatos de Juntos por la República decidimos luchar”.
Después de pulsar rápidamente el botón de la disolución, Macron ahora prefiere esperar. Tras conocerse los primeros resultados de la segunda vuelta, el presidente dejó claro que se iba a tomar tiempo hasta que se estructure la nueva Asamblea Nacional, que se constituirá el 18 de julio. Este lunes le pidió a Attal que continúe de forma provisional “para garantizar la estabilidad del país”, sin fijar ningún plazo.
La izquierda, que está debatiendo cuál va a ser su candidato a primer ministro, ha cargado contra el presidente y le ha exigido que les dé el Gobierno “respetando el resultado de las urnas”, que posicionaron al Nuevo Frente Popular como primera fuerza parlamentaria, pero lejos de la mayoría absoluta.
La fragmentación de las fuerzas políticas abre un periodo de incertidumbre sobre las posibles negociaciones y pactos entre partidos alejados ideológicamente. En el bloque macronista hay movimientos para tratar de constituir la anhelada alianza en torno a un bloque central que iría de Los Republicanos a “la izquierda socialdemócrata”.
Tanto Emmanuel Macron como dirigentes de Francia Insumisa han querido dejar claro los límites de cualquier posible coalición. “No gobernaremos con Francia Insumisa. Que hayamos aceptado retirar candidatos no es lo mismo que una coalición”, declaró el presidente de la República en el Consejo de Ministros del 3 de julio. Un día antes, el coordinador de Francia Insumisa, Manuel Bompard, había descartado esa misma idea.
Los resultados del domingo abren una posibilidad de continuidad para el bloque de centro, que debe ahora encontrar un nuevo líder de cara a 2027. En cualquier caso, en el contexto actual el futuro se plantea incierto, tanto para Macron como para su partido. De hecho, la supervivencia del partido Renacimiento (antes llamado En Marcha) más allá de la estancia del presidente en el Elíseo no está asegurada y la próxima elección presidencial apunta a una nueva recomposición del tablero político francés.