El mercado futbolístico estival no tiene entre sus virtudes la diligencia. Sea porque se valora mucho lo propio y poco lo ajeno, por aspirar a una subasta lo que se podría colocar en el cesto de todo a un euro o por jugar con las necesidades del contrario, sea comprador o vendedor, lo cierto es que de manera tradicional se aguarda a los últimos días de agosto, cuando no a la medianoche del cierre del zoco, con las competiciones ya comenzadas, para ultimar las operaciones. El Real Betis es la excepción a tan estúpida estrategia. Acaba de comenzar julio y por Heliópolis ya hay medio trabajo hecho. Se fueron varios de los que no contaban para el reparto de la...
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