El “efecto burbuja”
En una reunión que sostuve con un grupo de empresarios medianos en la Ciudad de México, casi todos ellos opositores de la llamada “Cuarta Transformación”, les pregunté: ¿a quién le ha ido mal en los últimos años?
No vi prácticamente ninguna mano levantada.
Ellos buscaban una respuesta respecto a por qué mucha más gente de la que ellos pensaban votó por Claudia Sheinbaum y por los candidatos de Morena. Algunos habían preguntado previamente en su entorno y encontraron que muchos de sus conocidos votaron por Xóchitl Gálvez y por candidatos opositores, por lo que no se explican la razón del triunfo tan arrollador de la candidata presidencial de Morena.
A casi mes y medio de las elecciones, esta sigue siendo una de las interrogantes que muchos se siguen haciendo. Tal vez hubieran asimilado un triunfo de Sheinbaum por diez puntos y hubieran atribuido esa diferencia a la llamada “elección de Estado”, en la que los recursos del aparato público se volcaron a favor de la candidata de Morena.
Pero una diferencia de 32 puntos no es explicable sólo por esa circunstancia.
Tiene que haber otros factores que no fueron ponderados adecuadamente y que dieron lugar a la gran sorpresa del triunfo arrollador.
Algo que sucedió durante el proceso electoral es el llamado “efecto burbuja”. Las interacciones sociales que tuvimos —y que en buena medida seguimos teniendo— ocurren al interior de una “burbuja”. Nuestros familiares, colegas y amigos, aquellos con los que interactuamos de manera más frecuente, tienen visiones que se parecen a las nuestras.
En una sociedad en la que hay encono social y en la que las diferencias políticas no se procesan mediante una discusión civilizada sino a través de descalificaciones, resulta cada vez más difícil interactuar con quien piensa diferente de nosotros. Pero quizás la singularidad mayor ahora derive de que también encontramos esa circunstancia en nuestras redes sociales. Los algoritmos con los que operan nos conducen a interactuar con más intensidad con aquellos que son cercanos a nuestras visiones e intereses. Igualmente ocurre con los medios que leemos, vemos y escuchamos. Tendemos a buscar aquellos que refuerzan nuestras creencias.
El “efecto burbuja” nos conduce a sobreestimar el tamaño que tiene este mundillo cercano a nosotros y a minimizar la dimensión del otro que está afuera. Se produce así una distorsión en las percepciones.
Por eso, cuando la realidad acaba por dimensionar el tamaño real de la burbuja nos sorprendemos y desconcertamos, o incluso, nos enojamos o nos entristecemos.
Muchos de los asistentes a las movilizaciones de la llamada “marea rosa” imaginaban que si llenaban el Zócalo de la Ciudad de México y otras plazas públicas, eso significaba que habría capacidad de ganar en la elección pese a los apoyos del Estado a los candidatos oficialistas.
La reticencia a aceptar otras visiones diferentes a la nuestra llevó a perder de vista algunas realidades elementales que explican en parte el resultado electoral.
Uno de los factores relevantes fueron los llamados “apoyos sociales”, los programas gubernamentales de subsidios para diferentes sectores de la población.
De acuerdo con la encuesta de salida de El Financiero, realizada el 2 de junio, el 56 por ciento de los entrevistados señaló ser beneficiario directo o indirecto de esos programas. Entre ese grupo, Sheinbaum ganó por una diferencia de 46 puntos, 14 puntos más que entre la población general.
Sin embargo, lo sorprendente para algunos fue que aún entre los no beneficiarios de esos programas, la candidata de Morena ganó también por 12 puntos. De esta manera, la evidencia nos dice que no sólo fueron estas políticas las que influyeron en el voto.
Hay realidades económicas que también incidieron en el resultado electoral. Una de las más evidentes es el incremento del salario mínimo.
A lo largo de la administración de López Obrador, el minisalario se incrementó en 142 por ciento. Al darse una inflación de 32 por ciento en el mismo periodo, el resultado fue un alza en el salario mínimo real de 83 por ciento, algo sin precedentes en la historia moderna de México.
Pero el incremento real de los salarios no sólo correspondió a los mínimos. El salario medio del sector formal de la economía, medido como el salario promedio con el que se cotiza al IMSS, subió alrededor de 30 por ciento en términos reales en estos años.
Un indicador más de gran relevancia fue la reducción de la llamada pobreza laboral, es decir, de la población cuyo ingreso no le alcanzaba para adquirir la canasta básica, que pasó de 39 por ciento, al iniciar esta administración, a 35.8 por ciento en el primer trimestre de 2024.
Otra de las variables relevantes que operó positivamente para aumentar los ingresos reales de la población de menores ingresos fue el crecimiento del empleo.
El empleo total, medido por la población ocupada, tuvo un incremento de 13 por ciento en el sexenio, lo que significa 6.9 millones de personas más con un trabajo.
Además, las tasas de desempleo abierto están en el nivel más bajo desde que se hace esta medición.
A este cuadro, súmele que en la actual administración el monto en dólares de las remesas recibidas creció en 74 por ciento y pasó, por ejemplo para el mes de mayo, de 3 mil 232 millones de dólares en 2018 a 5 mil 624 millones en 2024.
Las familias receptoras no elaboran un argumento que señala que sus familiares han debido salir del país porque aquí no tienen oportunidades. Más bien ven las ventajas de recibir algo así como 300 dólares mensuales más para sufragar sus gastos.
No lo canso con más datos.
La enumeración de estas cifras da cuenta de que, para amplios sectores de la población, hay signos suficientes de una mejoría en su condición económica en los últimos años, lo que probablemente fue uno de los elementos que explica el abrumador voto mayoritario hacia Sheinbaum.
No es el único factor. Hay otros como la debilidad de la oposición; la identidad de la gente con el presidente López Obrador, o la propaganda efectiva que se ha hecho en estos años, incluido el periodo de campañas electorales.
Quizás sean estos factores o tal vez se sumen otros. Pero sin duda, el económico es uno de ellos.
Regreso a la pregunta hecha al grupo de empresarios.
A buena parte de ellos, no le ha ido mal precisamente porque tanto el mercado interno como las exportaciones han tenido un buen desempeño en los últimos años y esa realidad, en muchas ocasiones, no se quiso ver como una de las explicaciones del resultado electoral.
Pero así fue.
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