Ay, si la corrida de Domingo Hernández la llega a matar Roca Rey, se caen los cielos taurinos y la tormenta que precedió a la tarde pamplonica se hubiese extendido de norte a sur. Ríase usted de la multa por llegar el último, la propuesta de sanción sería por no saber llegar (en cuestiones de trapío, entiéndase). Decepcionante el debut en solitario de esta ganadería, no sólo por su deslucido juego, sino también por presencia, alejada de esa seriedad imponente que se lidia en San Fermín, con algunos animales de hechuras más propias de Valencia, Sevilla o más abajo. Contaban al mediodía que no pasaron varios de los previstos y que hubo más de una baja. Y lo cierto es...
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