Los chicos desaparecidos no afectan la imagen de los gobiernos

La historia de Loan Peña, resulta desde hace un mes la más mediática de los últimos chicos desaparecidos en la Argentina. Su papá, José, logró ser recibido por la ministro de Seguridad, Patricia Bullrich.

El había pedido que los recibiera el Presidente Javier Milei. En nuestro país más de 100 familias corren la misma suerte que la familia de Loan. Según los datos que aporta la ONG Missing Chidren son 112 los casos de chicos perdidos que están irresueltos durante los últimos 30 años.

Sin embargo, estas desapariciones insólitas en un país democrático no suelen tener repercusión total o costo político para los Gobiernos, mientras se mantengan entre la prudencia de estar presente en la investigación sin cometer errores groseros. Antes de Loan, fue Guadalupe Lucero.

El ex presidente Alberto Fernández recibió a los dos meses de la desaparición de la niña a la mamá y la abuela de la menor. Lo propio había hecho el gobierno de Rodriguez Saá en la provincia. La chiquita, también con cinco años, fue vista por última vez en cercanías de su casa, en la provincia de San Luis.

En ese momento, el Presidente comprometió su apoyo en la búsqueda con lo que desde la Nación pudiera hacerse y entendió que era necesario pedir el cambio de carátula en la causa para que interviniera la justicia federal y a la pequeña se la buscara en todos los rincones de la Argentina. Cuando Cristina fue Presidenta le tocó uno de los casos más resonantes. El caso que dio origen a la alerta de búsqueda temprana.

Un sistema nacional de búsqueda de chicos perdidos. Sofía Herrera en Tierra del Fuego. La chiquita desapareció hace 16 años. Cómo si la tierra se la hubiera tragado. Tenía solo 3 años y desapareció estando a pocos metros de sus padres, casi frente a sus caras, en un camping en Tierra del Fuego.

En ese momento la Presidenta puso a su Gabinete a disposición. Recibieron a la mamá de la pequeña a los 19 días de su desaparición, para brindarle su apoyo total y ofrecer a la justicia de Tierra del Fuego los recursos necesarios para dar con la niña. La recibieron el entonces vicepresidente, Julio Cobos, y luego el ex ministro de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández.

Hasta ese momento todo parecía indicar que hasta ahí llegaba el compromiso del Gobierno Nacional. Pero más tarde, en coincidencia con el día de la lealtad peronista, Cristina regresaba de un acto en Los Polvorines y sus asesores le contaron que la mamá de Sofía quería verla, y la ex Presidenta la recibió.

La madre de la menor pedía desesperadamente el respaldo para que la cabeza del Gobierno nacional saliera a pedir que se profundizara la investigación sobre el paradero de su hija. Hoy el Presidente se involucra siguiendo la investigación de Loan a través de su ministra, Patricia Bullrich. En la Rosada creen que por ahora está bien que el Presidente, más allá del pedido concreto del padre del menor, se mantenga al margen.

Por ahora el caso no hace mella en la opinión pública sobre el primer mandatario. El gobernador correntino, Gustavo Valdés, quedó en cambio en el ojo de la tormenta para la opinión pública por haber cometido el error de hacer un comentario entendiendo una supuesta resolución del caso segundos después de la declaración de una testigo, que por estas horas, podría ser imputada por falso testimonio.

Para la consultora Trespuntozero, el caso del menor no tiene una fuerte implicancia sobre la mirada de la opinión pública sobre el Gobierno nacional. La palabra que surge con más fuerza alrededor del caso es la de Trata, luego le siguen corrupción y tristeza.

En un trabajo hecho entre el 4 y el 6 de julio, la consultora preguntó cuales eran las miradas sobre el tema: El 73% de los hombres contestó que el niño fue víctima de trata. Mientras que esa opinión fue la del 80,5% de las mujeres. En cuanto a la opinión de los votantes de Milei o de Massa en su momento, se dividen por igual en esa opción. Algo más del 81,1% de los consultados cree que el ñiño cayó en una red. Los números de aprobación a la gestión del Presidente Milei de ese mismo trabajo no variaron con respecto a los anteriores.

Para Shila Vilker, de Trespuntozero, el número de adhesión al Gobierno se sostiene. "Cuando preguntamos en términos cualitativos, sobre si hay o no responsabilidad del Gobierno, hay hasta una defensa en ese sentido. La respuesta es que quieren politizar el tema para perjudicar a Milei" aseguró. Pareciera que en el país el tema de la trata no fuera una responsabilidad del Gobierno nacional para la opinión pública.

O que la desaparición de menores, más allá de que en algún momento el temor social por este tipo de casos fue real, diluyera el enojo inicial con el correr de los días.... o por la esperanza de encontrarlos con vida, o porque el tiempo y la información cotidiana los va olvidando. Distinto fue el caso de Morena, por ejemplo. La menor, de solo 11 años, que murió de un golpe en la cabeza, después de ser atacada en Lanús por motochorros que quisieron robarle la mochila cuando iba a la escuela.

Esto sucedió en plena campaña presidencial. Allí el voto sí se desplazó fuertemente hacia Milei en medio de una situación de indignación y hartazgo de la sociedad frente a hechos de inseguridad tan dramáticos. No sucede lo mismo en el caso de la desaparición de menores. Ya sea porque las voces suenan más débiles o más fuertes, los hechos no parecen hacer mella en la imágen de los gobiernos de turno.

De todos modos, es crucial que los gobiernos locales y nacionales reconozcan la gravedad de estos hechos y asuman su responsabilidad en la protección de los menores y la necesidad de efectivizar la coordinación entre diferentes organismos y fuerzas de seguridad.

Cada caso de un niño perdido debe servir como un recordatorio de la vulnerabilidad de los más pequeños y también de la fragilidad de nuestras fronteras. Son nuestros políticos los responsables de prevenir en beneficio de la infancia. El Estado tiene la obligación de garantizar un entorno seguro donde su bienestar sea la prioridad absoluta. O por lo menos de dar explicaciones frente a los casos sin respuesta, en los que no se puede salir de la idea fantasmagórica de que se los tragó la tierra.