En plena crisis entre el PP y Vox, que se ha cobrado los gobiernos autonómicos que compartían ambas formaciones, el alcalde de Alicante, Luis Barcala, trata de aplicar un cortafuegos a su relación con la formación de ultraderecha. El regidor, aunque reconoce que "no había alternativa" a la ruptura tras el "órdago" de Santiago Abascal, incide en que la política municipal es "diferente", por lo que no teme que los ultras endurezcan sus posicionamientos negociadores.