LE veo ahora en la playa, lector sevillano del recuadro de todos los días, y comparto su preocupación. La media Sevilla que está en Ia playa está pensando: —María, ¿nos habrán robado el piso? Ya sé, lector, que cada día se repasa usted la columna de sucesos, a ver si los choris andan de ronda por su demarcación, respiro de tranquilidad al ver que al menos ha pasado un día más sin que nadie haya osado abrir esas siete llaves que, como un nuevo Joaquín Costa, le echó usted antes de partir de la tumba familiar del Cid, donde han quedado enterradas tantas letras pagadas, tantos vencimientos por pagar, tantas noches de insomnio en las vísperas de los noventa días...
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