Pablo Lincura y su relación con el pop: “Me interesa esa contaminación. Me gusta que todo esté permeado de actualidad, de contingencia”
Para Pablo Lincura, artista visual de origen mapuche, vivir la etapa más definitoria de su juventud en la capital fue un hecho crucial. Ese roce con la vida citadina, las fiestas en discotecas como la Blondie o Fausto y la apertura propia de la vida universitaria terminaron definiendo lo que hoy constituye el elemento central de sus pinturas: colores, símbolos y personas donde prima una reivindicación de la cultura pop.
“La visualidad, todo se va construyendo con la experiencia”, aseguró al pensar en el rol que tienen estas referencias en su arte. “Cuando fui a Fausto me llamaron mucho la atención estos personajes, esa cosa como estatuaria en el escenario, media barroca, con la música y todo. Y eso es real, la gente lo está gozando, lo está viviendo, hay un reality que está pasando”, dijo refiriéndose a ‘Amigas y rivales’, cuyo backstage elevó a figuras históricas del transformismo local como Katiuska Molotov o Kassandra Romanini.
“Es performance, pero al mismo tampoco lo es. Es algo que está ocurriendo ahí mismo, en el momento. Eso también me interesaba captar”. Y aunque esa observación inspiró varios de sus cuadros, lo cierto es que lo “queer” siempre ha estado presente entre sus temáticas.
Sin embargo, y a pesar de que su arte muchas veces ha sido catalogado así, Lincura prefiere tomar distancia de dicho concepto. “Trato de no usarlo. La gente que escribe sobre mi trabajo lo ocupa, pero a mí no me gusta tanto. Siento que responde a otros discursos más posmodernos, más progresistas. A veces no es necesario forzar tanto la teoría queer con lo que pasa en otros lados, porque lo que creo es que en el fondo son problemáticas humanas. En todas partes, en todas las culturas hay personas que sienten atracción por otras del mismo sexo, o que a lo mejor no se sienten conformes con su sexo”.
En cambio, sí reconoce a la cultura pop como uno de sus grandes intereses. “Mi compromiso con lo pop a lo mejor es más fuerte que mi compromiso con lo queer, por decirlo así“, aseguró entre risas. “Siento que el arte, la visualidad que es más genuina, es esa con la que uno está en contacto en la cotidianidad. Cuando algo es parte tu vida hay una cosa afectiva que también va construyendo tu cultura visual”.
“Y eso también tiene que ver con lo pop”, agregó. “Con lo que la gente a veces llama ‘placer culpable’, pero que no son más que las vivencias de uno. Es la cotidianidad que uno tiene, con todo lo contaminado que eso puede estar. Quizás lo opuesto a lo pop sería un contenido cultural más depurado, más planeado. Pero a mí me interesa esa contaminación, por decirlo así. Me gusta que todo esté permeado de actualidad, de contingencia“.
Esa postura se hace especialmente presente en “Fugas de lo nuestro. Visualidades indígenas de sur a norte“, la más reciente exposición del Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA) y que convocó a Lincura y a las artistas Marilyn Boror (maya-kaqchikel) y Venuca Evanán (de raíces ayacuchanas).
Dos artistas de gran renombre internacional y que se unirán al artista mapuche con sus obras hasta el 1 de septiembre de este año. “Para mí ha sido importante. Es un hito en mi en mi carrera estar ahí en el museo y por todo el tiempo que implica, de marzo a septiembre”, valoró Lincura, quien ese hizo parte con una serie de pinturas a las que se suman varios covers en mapuzungun a himnos de la música pop, como “Tu y yo” de Supernova y “Tal vez me estoy enamorando” de Nicole.
Remover el statu quo
Al mirar estas reversiones con la perspectiva del tiempo, Pablo tiene claro que se trató de una idea provocativa. “No creo que por el hecho de hacer una canción se vaya a revitalizar la lengua, no va por ahí. O sea, va por ahí, pero no. Va a apelar a eso, a decir ‘chuta, el mapuzungun también existe, y así se escucharía'”.
“Esto lo hice pensando un mundo paralelo, que no problematicé tanto, pero donde el mapuzungun esté fortalecido y se escucha a nivel pop, a nivel emotivo, de todo. Donde se puede hablar de los deseos, de otras cosas mucho más personales, más que de los panfletos o de esa cosa más solemne. Más que el limitado repertorio que hay del mapuzungun en la cultura popular”, explicó.
De todas formas, Lincura es honesto al confesar que ahora mira esa acción con otros ojos. “Nunca he renegando de mi identidad como artista, en primer lugar. Pero claro, ahora tengo otra vida. Quizás antes habría respondido de forma más ingenua, o más ‘octubrista’. Porque eso lo hice por el 2020, en un periodo donde uno estaba más aleonado, con más esperanzas, donde se mezclaban las cosas. Y donde también creo que se cometieron mucho muchos crímenes del progresismo. Porque hay una cosa del progresismo ‘woke’ en la que es fácil caer al hacer todas estas mezclas, y me han recriminado por ahí. Comentando que se banaliza un poco“.
Sobre la recepción de las canciones, Lincura recordó un episodio donde algunos grupos de ultraderecha presentes en Facebook pensaron en una demanda por derechos de autor para bajar los covers. “Para varios sectores fue una provocación el juntar estos elementos, que es muy absurdo. También soy consciente de lo lejano de estos mundos y de juntarlos, pero era lo entretenido de hacerlo. Es una buena oportunidad de dejar algo, de decir ‘así se escucharía en mapuzungun, así sería'”, confesó sobre el proyecto, que igualmente resultaba provocativo para la comunidad mapuche.
“Actualmente me ha conflictuado. Ahora en Temuco y estudiando pedagogía en lengua y cultura mapuche, rodeado de otros mapuche que se dedican al tema del mapuzungun. Igual siento que es un engendro eso que hice ahí, pero creo que con el tiempo se va a ir entendiendo por qué lo hice y para qué lo hice”, explicó.
En ese punto, el artista vuelve a esa relevancia que tiene lo pop dentro de su propia biografía: “Hay una cosa con la que siempre lidié desde chico, y es eso de que el pop es ‘el lenguaje de la estupidez’, por decirlo así. En una época donde quizás hablar del pop era alienarse, frente a las problemáticas sociales que hay. Una música que está hecha para el cuerpo, para el baile, para hablar del corazón, de frivolidades. Como que el pop nunca es el lugar para instalar una lucha, por decirlo así”.
” Y hacer ese encuentro fortuito era entretenido. Pude ver qué pasaba con algo que tiene que ver con una lucha, que es la voz mapuche, en el fondo. Aunque uno se mete en otros cachos también, porque tampoco se puede ser ingenio con lo que significa hablar o hacer algo con temática mapuche. La connotación que eso tiene”, agregó.
Derribar mitos
Los trabajos de Lincura, Boror y Evanán son diferentes. Aun así, el mapuche reconoce una característica que los une, y que tiene que ver con la rebeldía sobre la que construyen el imaginario de sus pueblos.
“La exposición es algo inesperado. El título dice ‘Fugas de lo nuestro, visualidades indígenas de sur a norte’, pero la gente va a ver algo diferente de lo que quizás espera, de la idea que tiene de lo indígena. Eso es lo interesante. Son obras que hablan del mundo indígena desde un lado provocador. Y vale la pena ir y planteárselo de esa forma. Para deconstruir la idea que la gente tiene del arte indígena. Igualmente es una oportunidad para actualizarse a uno mismo en torno a los discursos que pueden llevar los indígenas”, comentó.
“Lo que une a las obras es el hecho de romper estereotipos del arte indígena. En el fondo de eso se trata, de romper con estas narrativas más folclorizantes. Puede que tengan una apariencia folclórica, pero en el fondo, cuando observas más, te das cuenta de que es todo lo contrario. Hay una cosa bien subversiva en las obras y en ese en ese sentido se complementan, se conectan”, concluyó.