Un hilo digital en la tradición textil para dar abrigo a la España rural

Al calor de las redes sociales y la venta online, nuevas marcas impulsadas desde la España vaciada tratan de encontrar su hueco en el competido negocio textil mediante la apuesta por la artesanía . No es un fenómeno masivo, pero quienes se animan al emprendimiento desde esos lugares contribuyen a ponerlos en el mapa, estimulan el empleo local, tan necesario ante la despoblación, y preservan oficios tradicionales. En el bajo de una casa rodeada de naturaleza, en el pueblo gallego de Lestedo, que suma poco más de 1.000 habitantes, se sitúa el taller de Andión , una firma de moda que produce todo a mano , detrás de la que se esconde la historia de una madre con décadas de experiencia en la industria textil y de su hija, que un día dejó el trabajo que tenía para volcarse junto a su progenitora en un proyecto propio que potenciara la perdurabilidad de la ropa. «Son artículos especiales, para toda la vida. Solo para bordar una blusa dedicamos una semana, a lo que hay que añadir el tejido, el corte, la confección, el planchado…», explica una de las cofundadoras, orgullosa del equipo, de unas veinte personas, que forman parte de la empresa. «Es gente de confianza muy comprometida», comenta. Al comienzo, la fabricación se concentraba en el taller familiar, pero cuando el volumen de pedidos aumentó se apoyaron en una cooperativa de mujeres ubicada en el ayuntamiento. Los modelos de Andión se pueden adquirir a través de la página web y de Instagram, canal donde cuentan con 156.000 seguidores y que ha sido clave en su evolución. Solo trabajan a medida y bajo pedido, de modo que no generan stock sobrante. «Siempre hemos defendido una política de aprovechamiento», reconoce. Sirva como botón de muestra su programa Second Life, gracias al que los clientes pueden enviarles manteles antiguos bordados a mano que ya no utilizan, pero guardan un valor sentimental, para reconvertirlos en prendas. La filosofía es clara: «Tenemos presión y nos exigimos, pero con una cierta tranquilidad, no como otros actores del sector en los que todo es para ayer. Tampoco producimos por producir. Sacamos modelos nuevos cuando realmente nos apetece y le vemos sentido», asegura Carmen. Un planteamiento que les ha permitido posicionar sus artículos en tiendas físicas de su tierra natal, Madrid y Barcelona, además de haber conquistado los mercados internacionales de Estados Unidos, Japón, Italia, Francia y Reino Unido. En un enclave privilegiado, en el recinto del Monasterio de Santa María de la Sierra (Collado Hermoso, Segovia), se localiza Ábbatte , cuya razón de ser es la creación de objetos textiles de alta artesanía, elaborados por maestras tejedoras de la zona a base de fibras naturales , como la seda, el lino o la alpaca. «Creemos en la capacidad de los materiales de transmitir emociones a través del tacto», destaca Elena Goded, cofundadora de la firma junto a su hija Camila Lanzas, historiadora del arte y diseñadora. El complejo histórico en el que desarrollan su actividad se compone de diversos espacios. Los principales son el taller textil , en el que cuentan con telares de bajo lizo de diferentes tamaños, y la cabaña de tintes , donde con pigmentos naturales de plantas e insectos tiñen las hilaturas. «Ahora estamos haciendo un pabellón para acabados (lavado, planchado y etiquetado), para el que hemos recibido una ayuda del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, así como una sala expositiva para mostrar las piezas», detalla Goded. La sede de la firma también dispone de un jardín botánico de plantas tintóreas cuyo objetivo no es teñir los productos de Ábbatte (se requerirían muchas más hectáreas), sino ayudar a transmitir el valor de esas plantas e investigar, cultivar nuevas especies, ver cómo se comportan con el clima segoviano… Fruto de la faceta cultural que ha marcado el proyecto desde su nacimiento, imparten talleres periódicos sobre tintes naturales, cestería, sombrerería o pintura sobre seda. Los clientes de la marca, muchos de ellos extranjeros (Bélgica, Suecia, Inglaterra, Estados Unidos, Suiza), son tanto profesionales (interioristas), el segmento que más aporta económicamente, como particulares que encargan artículos concretos o se enamoran de una pieza. «Una señora de Burgos nos contó que había ahorrado dinero para un chal», rememora como anécdota Elena Goded, que también es presidenta y fundadora de la Asociación Española de Artesanía Contemporánea (SACo). En la actualidad, son nueve personas las implicadas en el proyecto, que vende a través de su página web y de su tienda física en Madrid, muy cerca del parque del Retiro. Con el propósito de salvaguardar y visibilizar la rica tradición textil española, en riesgo de extinción por la falta de relevo generacional, Silvia Delgado de Torres y Teresa Muñoz-Rojas pusieron en marcha en 2019 Iloema . Se definen como una suerte de curadoras de ediciones de arte textil que, en función de la técnica de bordado que desean explorar, piensan en el artista que mejor entenderá ese lenguaje. «Para nosotras es muy importante colocar al artesano al mismo nivel que el artista para facilitar un 'encuentro' enriquecedor entre ambos», resalta Delgado de Torres. Enamoradas del legado artesanal de nuestro país, recorren las áreas geográficas del territorio nacional reconocidas históricamente por su saber hacer en este ámbito para conocer de primera mano esos talentos que encarnan la pureza del bordado. «Dependiendo de las técnicas empleadas en cada caso, colaboramos con los talleres o artesanos especializados en las mismas», detalla la cofundadora. La firma tiene dos líneas de negocio. Por un lado, ediciones numeradas en las que intervienen artistas. En la primera que lanzó, Antonio Ballester Moreno trabajó mano a mano con bordadores de las localidades de Lagartera, Herreruela y Torrico (Toledo) en la elaboración de una colección de cubrecamas, manteles y cojines. La siguiente fue con la artista Blanca Muñoz y dos maestros bordadores de Granada y Écija (Sevilla) especializados en la técnica del bordado del oro. En su última propuesta, subvencionada por el Ministerio de Cultura, Ballester Moreno se alía con la Real Fábrica de Tapices para dar como resultado dos mesas cubo y una otomana. Esta colaboración ha sido muy fructífera para la institución, ya que ha desarrollado una nueva técnica de fabricación que es un híbrido entre el tapiz y la alfombra. Iloema cuenta con otra categoría de piezas, 'Nuevos clásicos', bordadas a mano, 100% lino y elaboradas bajo pedido, en las que no participan artistas, pero sí artesanos textiles de distintos puntos de España. Hablamos de artículos pensados para el día a día, como manteles, individuales, almohadones… «Son colecciones que hacen un guiño a las realizadas con los artistas, profundizando en la técnica o la iconografía», sostiene Delgado de Torres. Sus clientes proceden en su mayoría de España, pero también de Reino Unido, Portugal o Estados Unidos, entre otros mercados. Para la emprendedora, la asignatura pendiente de nuestro país es garantizar el reemplazo generacional para que no se pierdan estas profesiones y, con ese fin, participan en formar a jóvenes para que puedan ganarse la vida con ello. Eduardo Zamácola, presidente de la Asociación Empresarial del Comercio Textil y Complementos (Acotex), recuerda que iniciativas como las mencionadas son minoritarias, pero sí percibe que a nivel general está habiendo cada vez más emprendimiento desde zonas rurales por las posibilidades que da el teletrabajo y la digitalización. En el sector textil, el denominador común de buena parte de estos proyectos es su carácter artesanal. «En las grandes ciudades apenas encontramos estos planteamientos. Es un valor diferencial, viable mientras que el negocio sea pequeño. Si fabricasen cientos de miles de prendas, esta característica sería más complicada de cumplir», advierte Zamácola, que agrega que, al ser productos muy especiales, se dirigen a 'mini nichos'. A Félix Martínez Campos la fascinación por lo rural le viene desde pequeño. «No me perdía un capítulo de la mítica serie de televisión 'Un país en la mochila'. Con los años, el fenómeno de la despoblación avivó en mí un creciente interés en la búsqueda de soluciones creativas que permitieran revitalizar esos lugares y sus comunidades», confiesa el responsable de Rural & Proud , una marca de moda que echó a rodar en 2022 para reivindicar los valores de vivir en los pueblos. «Pretende ser un estandarte para quienes, siendo conscientes de las dificultades que enfrentan estos sitios, apuestan por ellos para su desarrollo personal y colectivo», remata. Su estudio de diseño se emplaza en Sesma, un pueblo al sur de Navarra de 1.226 habitantes, mientras que la empresa de serigrafía con la que trabaja está en Lesaka, que contabiliza 2.731 vecinos. Preguntado por las ventajas de operar desde allí, subraya que la inspiración. «Lo que más despierta mi creatividad es pasear por los caminos que rodean Sesma. En esos momentos de introspección, entre viñas, olivos, almendros y campos de cereal, encuentro la serenidad necesaria para encender la chispa creativa», dice. Por el momento, los productos se venden online y las redes sociales han jugado un papel clave para visibilizarlos. «Las pequeñas marcas de ropa tenemos la oportunidad no solo de exhibir nuestras creaciones , sino también de crear espacios para construir comunidad», apunta. Una presencia digital que complementa con la asistencia a eventos para tejer confianza entre el público. El año pasado, por ejemplo, participó en la Feria Nacional para la Repoblación de la España Rural - Presura, celebrada en Pamplona. Los 1.895 habitantes del pueblo palentino Paredes de Nava, castigado por el cierre de comercios, volvieron a tener una mercería gracias a la apertura de Milé Design. «Desde el proyecto Arraigo, que detecta oportunidades laborales para atraer emprendedores, me contactaron y, tras hablarlo con mi cuñado, nos animamos, ofreciendo también arreglos y, más adelante, algo de ropa», expone Leticia Martínez, al frente de la firma. El siguiente paso fue montar la web para la venta online y cuidar al máximo el contenido en redes. «Al principio los pedidos eran de Palencia o alrededores, pero ahora proceden de toda España. Somos meticulosos con las medidas y composiciones para que no haya problemas en las compras por internet», indica. En 2023, un año después de comenzar su andadura, inauguraron un segundo local en Palencia capital, centrado exclusivamente en ropa. Al ser solo tres personas, carecen de taller propio y externalizan la producción, aunque Martínez manifiesta que en el futuro les gustaría encargarse de la fabricación. La España rural empieza a alumbrar proyectos textiles que, en la medida de sus posibilidades, revitalizan esos lugares que conviven a diario con el olvido y la pérdida de población.