Eran muchos más los ingleses pero la heroica tropa de Luis de la Fuente salió triunfante de la gloriosa batalla en el Olímpico de Berlín. ¿Habló Soutghtate de resiliencia ? Pues que repase la final de la hegemónica España. Se repuso al ambiente hostil, lo más parecido a Wembley, a la lesión de Rodri y al inmerecido empate de Palmer, hasta alcanzar la gloria con el gol de Mikel Oyarzabal , otro actor secundario convertido en estrella. El llanto emocionado de Álvaro Morata, delantero sin gol y capitán enorme, preludió el valle de lágrimas. Cucurella de rodillas, abrazos interminables de unos y otros, piñas enormes, unos abalanzados sobre otros. Mientras, el Rey Felipe VI emocionado, la infanta pletórica y todo un país unido en torno a La Roja. Lo que el fútbol ha unido, que no lo separe el hombre. Ni el 'Sweet Caroline' de Neil Diamond, himno oficioso de los 'Three Lions', ni el 'Football's Coming Home', ni 'World in Montion', ni 'Vindaloo', música para los toreros españoles. Y 'Mi gran noche' de Raphael sonando a todo volumen mientras empezaba la fiesta. Baile, detalles con la familia, pasillo elegante a los subcampeones y el trofeo en manos Giorgio Chiellini, capitán de la Italia campeona en 2021, se acerca al escenario. Ceferin, el mandamás de la UEFA, se lo cede a Felipe VI y este a Morata, que eleva la Copa Henry Delaunay al cielo berlinés. Orgía de felicidad en la capital alemana, clímax en España. Un paseo matinal por el centro de Berlín ya generaba buenas vibraciones. Los ingleses eran más, pero menos ocurrentes. Frente al beben y beben y vuelven a beber, cerveza claro, de los británicos, los españoles llamaban la atención con sus trajes típicos de torero o bailaora flamenca. Los cánticos, algo provocadores, de «¡Es español, Gibraltar es español!», entremezclados con el «¡A por ellos!» y el ' Lamine Yamal, cada día te quiero más '. La última versión del 'Obí, obá', del Príncipe Gitano, la han puesto de moda los Estopa en Montjuic y va camino de convertirse en el tema del verano. Como muestra de lo que ha unido y sumado esta selección, un botón. En el 'Checkpoint Charlie', el más famoso de los pasos fronterizos del Muro de Berlín durante la Guerra Fría, un aficionado ataviado con la camiseta de la 'senyera' del Barça y envuelto a su vez en una bandera de España. Entrada la tarde, los teléfonos móviles de los españoles echaban humo con la final Wimbledon. La nueva corona de Carlos Alcaraz en el templo de la hierba, otro input positivo trasladado a los soldados de Luis de la Fuente. Orgullosos y honrados por el mensaje de felicitación y ánimo enviado por sus familiares y por Rafa Nadal , quien también participó en el anuncio de los 26 elegidos para la gloria. Llegados al estadio, contrastes al pisar el césped. Mientras los españoles se pasaron un buen rato charlando, riendo, bromeando, inmortalizando el momento con sus móviles y mirando a la grada del Olímpico en busca de sus familiares, los 'pross' solo se dejaron ver unos minutos para regresar hacia los vestuarios con aire marcial. Como lo cortés no quita lo valiente, bonito abrazo entre Jude Belingham y Joselu, colegas de club. El inusitado optimismo se tornó inquietud cuando sonaron los himnos nacionales. Triste minoría absoluta en las gradas. Aproximadamente, el 75% del aforo era inglés . Miedo verles entonar el 'God save the King'. El Olympiastadion parecía Wembley. Salió España con la intención de mandar, pero se jugó más a lo que quiso Inglaterra en un primer acto de esos que hay que masticar, muy cerrado, con poco ritmo y atasco en ataque. Saltaron las alarmas al ver a Rodri roto. El mariscal no compareció tras la reanudación. La hora de Martín Zubimendi. Toda la presión para el aplicado mediocentro realista, sencillamente extraordinario. Lejos de amilanarse, la tropa española salió como una flecha e hirió de muerte a los ingleses. Apenas habían aparecido Lamal y Nico , pero los niños fabricaron un golazo. ¡Vaya sociedad!. Cuando se retiró Harry Kane, tocado y amonestado, solo había un equipo en el campo. Olés en el Olímpico, pero al enemigo hay que enterrarlo, no perdonarle la vida. Inglaterra sufría y sus fanáticos no rugían, pero Palmer acertó a la primera. Fe ciega en los españoles. Oyarzabal, rey de Berlín . Rodri, monarca de la Eurocopa. Un monumento a Luis de la Fuente.