Se mide el éxito de una cumbre de líderes mundiales no sólo por los encorsetados plenarios, sino por lo que sucede en los pasillos, las alianzas que se tejen, los acuerdos que se alcanzan y los compromisos que se adquieren. Y en la cumbre de los 75 años de la OTAN que tuvo lugar entre el 9 y el 11 de julio en Washington, la actividad en las entretelas fue febril para asegurar el éxito de los objetivos planteados por cada nación y encontrar puntos en común que fortalezcan la alianza en estos tiempos de incertidumbre global. El flamante primer ministro británico, Keir Starmer, se vio con tantos homólogos como pudo. Estuvo a solas con Joe Biden , al igual...
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