Lleva la gorra puesta hacia atrás y un micrófono en la mano. No es un cantante de trap, es
Lamine Yamal subido al autobús descapotable de la selección después de ganar la Eurocopa. Aunque en realidad puede ser lo que él quiera. Está en la edad de tener ídolos, no de ser uno de ellos, pero es que dentro de ese cuerpo de 17 años no cabe ni una gota más de carisma. Lo tiene todo él. A su lado van su inseparable
Nico Williams y
Fermín. Los tres evidencian lo que es el resto, los 27: un grupo de amigos que juegan al fútbol. Tienen ese
swing, ese
flow con el que se gana un campeonato. De Europa o municipal, es lo mismo. Y con eso se explica todo.
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