¿Quién es el halcón? ¿Cuál es la paloma?, por Mirko Lauer
Es importante advertir que los elogios a la Convención Republicana vienen siendo por las dramáticas historias de soldados presos o muertos en la derrota de EEUU en Afganistán, ocurrida bajo el gobierno de Joe Biden. Eso le da puntos al sector Donald Trump en las encuestas, e introduce el tema de las pasadas guerras de ultramar en el alegre guaripoleo de la actual campaña electoral.
Que los trumpistas lamenten a los caídos no significa mucho. A lo más es una eficaz patada en la espinilla de Biden. No es una crítica de las ofensivas militares de los EEUU. Veremos más de lo mismo con el nuevo presidente republicano, quien por lo pronto heredará dos guerras que administrar, que son dos pases que Biden no ha logrado.
Circula una frase según la cual los demócratas comienzan las guerras y los republicanos las terminan. Es un tipo de idea inexacta y difícil de cuantificar. Pero digamos que Biden ha sido un halcón en Ucrania y una paloma en Gaza, un atento gavilán en el mar del sur de China. Lo suyo no ha sido la rama de olivo bajo ningún concepto.
Pero el gobierno de Trump (2017-2021) no era manco. Fue entonces que se empezó a atizar los reclamos a China en el terreno comercial, hasta caer en la relación abiertamente mala que heredó su sucesor Biden. Aquí podríamos decir un halcón para China, pero una paloma para Rusia, con la cual Trump ha mantenido una frondosa red de relaciones.
Los avisos geopolíticos de Trump son conocidos, entre ellos su deseo de que los socios militares de Washington (la OTAN, Taiwán) paguen más de lo que hacen ahora. Esto va camino de un debilitamiento de la Unión Europea y de un favor bélico a Moscú en Ucrania. Sobre la guerra en Gaza, las declaraciones del próximo candidato republicano son ambivalentes.
En todos los terrenos va a ser una tentación leer el futuro de Trump en su pasado gobierno. Pero el mundo ha cambiado demasiado como para guiarse por ese criterio. Ya casi no cabe seguir en la mala relación con Beijing sin precipitar una guerra. Debilitar a la UE en un momento podría alentar nuevas invasiones imperiales rusas a Europa.