Elmer Huerta: "Examen del Minsa para serumistas daña la educación médica"
El Dr. Elmer Huerta regresó al Perú a presentar un libro personalísimo, surgido de experiencias de familia y también de su largo recorrido como oncólogo e investigador. El buen morir. Breve guía para entender y afrontar la muerte se presentará hoy en la FIL, a las 5.00 p.m., con el escritor Gustavo Rodríguez. La muerte es parte natural de la vida y por tanto el autor sugiere informarse todo lo relacionado a ella. El analista de CNN y otras estaciones también comenta sobre el Gobierno y su gestión en Salud.
Su primer contacto con la muerte es la figura de su abuelo ciego, montado en caballo blanco, tocando el violín, yendo a ayudar a los agonizantes a tener una muerte en paz.
Sí, mi madre nos contaba de mi abuelo, cuando éramos niños. Era ciego, muy jovencito, e hizo muchísimas cosas en su vida, negocios y todo. Era muy inteligente. Y ese relato mi madre lo solía contar con frecuencia, y cada vez que lo hacía, recuerdo que volaba mi imaginación y decía, ¿cómo será morirse? ¿Cómo es que una persona necesita ayuda para morir? Y me preguntaba, ¿cómo es que esas canciones de mi abuelo tenían impacto en la mente de una persona para que se pueda morir? Fueron las primeras reflexiones respecto a la muerte. Y te estoy contando que tenía 7 u 8 años.
Y a los 8 años tuvo otra experiencia, cuando su tío médico lo llevó a una autopsia.
Sí, mi tío era médico legista en Huaraz, Leoncio Ramírez, y me llevó a ver un muerto ahogado, hinchadísimo. Y cuando le cortó las vísceras y todo, yo estaba allí porque el tío quería que yo sea médico. Y no quedé asustado del muerto, ni horrorizado o asqueado. Pero yo decía si el alma de esta persona viene en la noche me lleva, porque esa es la idea de los niños. Fue lo que más temor me causó… Pero antes tuve otro episodio, que también me marcó. Mi padre murió cuando tenía casi 5 años. No lo sentí, no lo recuerdo. Pero la idea de fallecer siempre estuvo conmigo porque papá se había muerto.
De joven trabajó en la Asistencia, donde conoció la muerte repentina, y en Neoplásicas, donde conoce un duelo mucho más lento.
Tanto en la Asistencia Pública de la av. Grau, antecesora del Hospital de Emergencias Casimiro Ulloa, como en Neoplásicas, lo que aprendí a ver fue lo que llamo la ‘democratización de la muerte’. No importa quién eres, rico, pobre, hombre, mujer, joven, mayor, todos nos morimos igual. Ahí a la Asistencia llegaba gente muy acomodada, de uno que había tenido un accidente y tú veías que venía la familia, todos superacomodados, y a su lado había un jovencito cargador en La Parada. Los dos cadáveres estaban allí. El del pobrecito que no tenía quién lo recoja y el otro con su súper familia. Yo veía esa democratización. Igual en Neoplásicas. No importa quién eres, igual te vas a morir.
¿Por qué llamó a este libro El buen morir si la muerte se asocia al dolor, a la tristeza, al olvido?
A mi entender, así como cuando nace un bebé y la sociedad lo va a ayudar a vivir, así debe ser con la muerte. Lamentablemente, las estadísticas indican que mucha gente muere sola o mal acompañada. ¿Y por qué? Si ambas son las caras de la misma moneda, el envés y el revés. Vida y muerte. Entonces pienso que puede haber un buen morir también, si lo sabemos enfrentar, y este libro es una guía para eso. Así como hay un buen crecer, un buen nacer, también es posible un buen morir. La muerte es la continuación de la vida y queda aceptarla, entendiendo que hasta que llegue tenemos la misión de vivir plenamente y con alegría cada día. El pensar en el buen morir nos tiene que llevar a pensar en el buen vivir.
Una guía también para médicos
El libro lo presenta como una guía para afrontar la muerte. Y no solo una guía para pacientes o familiares, sino también para los médicos.
Sí, creo que si un colega lee este libro va a encontrar elementos que lo van a hacer reflexionar en su posición como profesional de la salud y en cómo puede ayudar a las familias y sus pacientes a tener un buen morir. ¿Y esto por qué? Las estadísticas indican que casi el 70% o 80% de los estudiantes de medicina y médicos jóvenes dicen que no han sido preparados en la facultad para hablar de la muerte con amigos y familiares. Creo que este libro puede ayudarlos. Lo que pasa es que por la ‘medicalización de la muerte’, la muerte se ha convertido en ‘enemiga’ de los médicos. Se fastidian entre ellos, se dicen: a ti se te muere mucha gente.
La ‘medicalización de la muerte’ es cuando los médicos toman la muerte como un evento que debe ser evitado o postergado, así ya el enfermo esté en etapa terminal.
Exactamente, primero debo señalar que la muerte es de dos tipos, muerte súbita, que no se puede prevenir, y la muerte en que ya sabes que vas a morir, como un paciente con cáncer. En el 54 un tipo perfeccionó una máquina, el ventilador artificial. Y de un momento a otro, le ponías un tubo al paciente, lo conectabas a la máquina y la muerte se posponía. Con eso, ¿qué vino? La Unidad de Cuidados Intensivos y todo el gran desarrollo médico de los 60, 70, 80, y ocurrió un fenómeno en el cual la muerte se empezó a convertir en algo desplazable, que se podía postergar. Y a tu paciente lo intubabas, le ponías 20 tubos por acá y lo hacías vivir.
¿A eso llama ensañamiento terapéutico?
La medicalización es ese proceso por el cual estás posponiendo la muerte y el ensañamiento terapéutico es consecuencia de esto. ¿En qué consiste? En que ya los médicos saben perfectamente que el paciente no se va a recuperar, pero insisten en darle tratamientos. ¿Por qué? Porque no saben hablar con la familia, no han sabido hablar con el enfermo para que deje un testamento vital, y siguen. La familia, en esperanza de que se pueda recuperar, muchas veces con fe religiosa, continúa. Y como en el caso de María Benito, los doctores insisten, porque es el tratamiento. Eso es ensañamiento... Mire, cuando llegué a Estados Unidos, trabajé en cuidados intensivos, allí había pacientes con cánceres gravísimos, pero estaban conectados y los hacíamos vivir; la familia todos los días nos preguntaba, doctor, ¿cómo está mi papá? y les decíamos, hoy día ha orinado un poquito mejor, ¡ah, qué bueno! nos decían los familiares. Entre nosotros nos mirábamos, sabíamos que era mentira, pero continuábamos. ¿Por qué? Porque no nos atrevíamos a hablar de la muerte con la familia, no nos habíamos preparado. Eso es medicalización y ensañamiento.
En el Perú se acentuó en el caso de Ana Estrada, de María Benito, porque surgen motivos religiosos, posiciones políticas, ideológicas.
Sí, se ve en todos lados. La muerte, como cualquier actividad humana, puede ser motivo de convertirse en asunto religioso, ético, político, etc. Pero acá lo que estamos hablando es que, como dicen en EEUU, seas republicano o demócrata igual te vas a morir, tienes que estar preparado. Entonces, como sociedad, tenemos que estar preparados para cobijar a todos.
Ud. tiene una experiencia personal. Su mamá sabía lo que venía y se alistó para eso.
Sí. Mi mamá tuvo un cáncer muy fastidioso. Pero era de un temple muy fuerte. La llevé a la clínica, le dieron el diagnóstico de cáncer, me agarró de la camisa bien fuerte y me dijo: a ti te he hecho médico para que me digas siempre la verdad, tengo cáncer y tú eres oncólogo, me vas a decir qué tengo qué hacer y lo que no. Pero eso sí, dijo, el día que ya no haya nada que hacer me lo vas a decir… Pasaron 12 años, regresó el cáncer muy fuerte, y me dijo, ¿hay algo qué hacer o no? Le dije, sí, mamá. Y ella se dejó operar, le sacaron un riñón. Pasó como casi un año y regresó el cáncer de manera brutal. Y me dijo ¿y ahora? Le dije, no hay nada qué hacer... Muy bien, me dijo. Ahora tú me vas a ayudar a prepararme para morir. No quiero tener dolor. Ni se te ocurra llevarme al hospital, quiero morirme en esta mi casa, que me ha costado mi plata, en este mi cuarto, en mi cama y con mis tres hijos alrededor. ¿Me entendiste? Y así fue.
Que tal personalidad. ¿Qué edad tenía?
A los 84 años fallece mi mamá. Ella me dio esas lecciones. Y es lo que en este libro trato de darle a la gente, que nos enseñe a decidir.
"Lo del SERUMS me parece desastroso"
Sobre lo que pasa en el Perú. ¿Qué le parece ahora la gestión del actual ministro?
Hay muchas cosas que no están bien, pero lo último me parece realmente desastrosa. Que el Ministerio de Salud se “invente”, se “fabrique”, su propio examen para que los muchachos recién salidos de la facultad puedan entrar al SERUMS a iniciar su vida profesional. Me parece realmente terrible, porque atenta contra lo que señalo en el libro: la formación médica. El médico debe formarse de manera adecuada en facultades de medicina, debe salir bien preparado. En EEUU el 95% de los chicos aprueba el examen. Acá no, el examen nacional de medicina lo desaprueban hasta el 70% o 50% de algunas universidades. Me parece que este ministro (César Vásquez) ha dicho inventemos nuestro propio examen y démosle un anzuelo a los chicos, decirles que es gratis. Es lamentable y desastroso. Debería reflexionar que con esta medida daña la educación médica del Perú.
En el problema del desabastecimiento de medicamentos, el ministro culpa a la industria farmacéutica de querer dañar su gestión.
El ministro de Salud está tratando de lanzarle el muerto, el bulto, a la industria. No tiene por qué hacer eso. Es la obligación del Ministerio de Salud tener todos los genéricos listos, bien catalogados y pasar controles de calidad. Los medicamentos aquí no están estandarizados, uniformizados, no lo están, y el ministerio lo debe hacer. Las grandes farmacéuticas ya han pasado esos controles, porque distribuyen en todo el mundo, pero el ministro dice, ellos tienen que hacerlo. El Minsa debe asegurarse que a la población no le falte medicinas.
Usted fue severo con el gobierno de Castillo; el de Boluarte ¿cómo lo considera?
Yo escribí un tuit cuando ella ascendió a la presidencia. Dije que el Perú ha salido del atentado de golpe de Estado y que la señora Boluarte debe hacer lo que hizo Valentín Paniagua. Un año organizar, dejar su legado que será ordenar la casa. No lo hizo. Para mí es una falla.