2024: una nueva Cooperación española
El Plan Director apuntala el compromiso de alcanzar el 0,7% de la Renta Nacional Bruta en Ayuda Oficial al Desarrollo para el año 2030. Una reivindicación histórica de la sociedad española
La escala de los mapas no ha cambiado pero las distancias ya no son las mismas que hace apenas unas décadas en un mundo en el que lo global y lo local se mezclan. Lo comprobamos cada día con los conflictos en Ucrania y Oriente Medio, el fenómeno migratorio, la situación en el África Subsahariana y el Sahel o la globalización económica, científica y cultural. Ante retos y oportunidades que trascienden fronteras, la respuesta eficaz debe tener la misma escala y trascender fronteras.
Por eso la cooperación al desarrollo española es un instrumento que recoge la mejor expresión de la solidaridad de la ciudadanía española, pero es también una política pública esencial para nuestro progreso y nuestro bienestar, un ejercicio de responsabilidad con nuestro futuro como sociedad española y como parte de la sociedad global. Es la proyección hacia el exterior de nuestros mejores valores –los que nos definen como una sociedad democrática, humanista y avanzada– pero también una herramienta esencial para construir un mundo próspero, sostenible y en paz.
El año pasado fue histórico para la Cooperación Española. Aprobábamos una ley de cooperación con un amplio respaldo social y parlamentario que da cuenta de la transversalidad de esta política pública. Con ese texto desplegamos una reforma amplia y profunda de la cooperación que ha tenido continuidad en la aprobación esta misma semana por el Consejo de Ministros del Plan Director de la Cooperación Española que marcará nuestra actuación de 2024 a 2027. Un documento que se aprueba tras un largo proceso participativo con la sociedad civil, las Comunidades Autónomas, los entes locales y los grupos parlamentarios. Un Plan Director que supone un impulso transformador en varios ámbitos.
En primer lugar, el Plan Director apuntala el compromiso de alcanzar el 0,7% de la Renta Nacional Bruta en Ayuda Oficial al Desarrollo para el año 2030. Una reivindicación histórica de la sociedad española. Nuestro objetivo es que el 10% de la Ayuda Oficial al Desarrollo se dedique a Acción Humanitaria, en línea con el esfuerzo que estamos realizando en los últimos años: desde 2018, hemos triplicado el presupuesto en acción humanitaria gestionado por AECID, hasta alcanzar los 114 millones de euros.
En segundo lugar, el Plan Director incluye por primera vez al África Occidental y el Sahel como una de sus regiones prioritarias, junto a la tradicional y permanente relevancia de América Latina. Quien decide por necesidad no decide libremente y solo la necesidad extrema puede llevar a tantas personas a dejar su tierra y a su familia para intentar ganarse un futuro a miles de kilómetros emprendiendo un viaje que pone en riesgo sus vidas. Por ello, vamos a prestar aún más atención al África Subsahariana con un acento particular en la creación de oportunidades, de trabajo y formación para los jóvenes y en la atención y protección de los derechos de las mujeres. El Plan Director también identifica a Ucrania como país de interés especial, lo que nos permitirá seguir trabajando en la recuperación y reconstrucción del país cuando acabe la guerra.
En coherencia con lo anterior, y en línea con la Agenda 2030, nos fijamos como objetivo promover una triple transición social, económica y ecológica. La lucha contra el hambre, contra el cambio climático, la educación, el acceso al agua y el avance en los derechos de mujeres y niñas son los sectores prioritarios del nuevo Plan Director.
El Plan Director supone un compromiso con el multilateralismo que se traducirá en la elaboración de una Estrategia de Política Multilateral para el Desarrollo Sostenible y que tendrá expresión en 2025 en la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo que se celebrará en Sevilla, en lo que supone un reconocimiento a nuestra capacidad de tender puentes a nivel internacional. En el horizonte, el compromiso del Presidente del Gobierno de situar a España entre los diez primeros donantes en el año 2027.
Finalmente, este nuevo Plan Director integra la reforma del sistema de Cooperación Española y sirve de guía para su desarrollo señalando hojas de ruta específicas con los diferentes actores del sistema de cooperación: ONGDs, sindicatos, universidades, Comunidades Autónomas y entes locales. En el centro de la reforma del sistema se sitúa la AECID que, gracias a su nuevo Estatuto que aprobaremos después del verano, reforzará su papel como piedra angular del sistema en la coordinación operativa de actores y la generación de alianzas.
Al Plan Director se suma además la aprobación del nuevo Estatuto de las Personas Cooperantes que supone un importante avance en la protección de los derechos de los más de 2.500 cooperantes españoles y sus familiares, en su formación y desarrollo profesional y en su reincorporación una vez finalizada su misión internacional.
Este nuevo Estatuto incorpora varias novedades, como la ampliación del marco de aplicación, por ejemplo a los empleados de consultoras, y la mejora de los derechos de las personas cooperantes y sus familiares en un contexto en el que la conciliación de la vida familiar y laboral es particularmente difícil: por ejemplo, se incluye que las personas cooperantes y trabajadores humanitarios se beneficien de un régimen de indemnizaciones por fallecimiento e incapacidad similar al de los periodistas o las tropas que trabajan en zonas de conflicto.
Otro hito importante es la previsión, contenida en el Estatuto, de un perfil profesional específico en la clasificación de ocupaciones del Servicio Público de Empleo (SEPE), lo que contribuirá a la profesionalización del sector y al reconocimiento de la labor de los cooperantes. Además, se establecen medidas para promover su formación y el desarrollo profesional, así como para facilitar su reincorporación una vez finalizada su misión internacional.
Se trata, en definitiva, de avances que beben de décadas de compromiso y de una experiencia acumulada que hoy nos permite actuar allí donde somos más útiles, más necesarios y más eficaces para contribuir a ese objetivo irrenunciable de ir construyendo un mundo más humano, más justo y en paz. Sabemos que alcanzar ese horizonte llevará tiempo y esfuerzo, pero nuestro compromiso es más firme y más necesario que ningún otro.