Muchos científicos opinan que el desierto helado que ahora es Marte pudo contener vida en el pasado. Al menos en forma de microorganismos. De ahí que varias misiones tengan como objetivo encontrar vestigios de lo que pudieron son los habitantes del Planeta Rojo. Es posible que aquellos 'marcianos' aprovecharan unas condiciones muy diferentes a las actuales, con ríos y lagos fluyendo en su superficie - hipótesis que sí se ha confirmado varias veces -. Y ahí es donde se busca, cerca de donde un día hubo agua. Ahora, el rover Perseverance de la NASA, creado específicamente para buscar vida antigua en Marte , parece haber encontrado un indicio muy prometedor de ello: una roca que tiene visibles firmas químicas y estructuras compatibles con vida microbiana pasada. La piedra, con forma de punta de flecha, se ha apodado 'Cheyava Falls'. En ella, los instrumentos que porta Perseverance detectaron compuestos orgánicos (o precursores de la química de la vida tal como la conocemos), además de vetas de sulfato de calcio, que son depósitos minerales que sugieren que el agua, también esencial para la vida, alguna vez corrió a través de la roca. El rover también encontró decenas de manchas de tamaño milimétrico, cada una rodeada por un anillo negro, algo así como la apariencia que tienen las manchas de leopardo. Estos anillos contienen hierro y fosfato, que también se ven en la Tierra como resultado de reacciones químicas provocadas por microbios. «Estas manchas son una gran sorpresa», explica en un comunicado David Flannery, astrobiólogo y miembro del equipo científico de Perseverance de la Universidad Tecnológica de Queensland en Australia. «En la Tierra, este tipo de características en las rocas a menudo se asocian con el registro fosilizado de microbios que viven en el subsuelo». «Cheyava Falls es la roca más desconcertante, compleja y potencialmente importante que Perseverance ha investigado hasta ahora», explica Ken Farley, científico del proyecto Perseverance de Caltech en Pasadena. «Por un lado, tenemos nuestra primera detección convincente de material orgánico, manchas de colores distintivas que indican reacciones químicas que la vida microbiana podría usar como fuente de energía y evidencia clara de que el agua, necesaria para la vida, alguna vez pasó a través de la roca. Por otro, no hemos podido determinar exactamente cómo se formó la roca y en qué medida las rocas cercanas pueden haber calentado Cheyava Falls y contribuido a estas características», admite. La roca, de un metro de largo y unos 60 centímetros de ancho, fue recolectada el pasado 21 de julio mientras el rover exploraba el borde norte de Neretva Vallis, un antiguo valle fluvial de unos 400 metros de ancho que fue tallado por el agua que se precipitó hacia el cráter Jezero hace mucho tiempo. Porque el enorme y desértico agujero que hoy explora Perseverance fue hace hace miles de millones de años un lago tranquilo, alimentado constantemente por un pequeño río. No obstante, no siempre estuvo en calma: hubo épocas en las que soportó inundaciones repentinas, tan enérgicas como para arrastrar gigantescas rocas decenas de kilómetros río abajo hasta depositarlas en el lecho del lago, donde se encuentran en la actualidad. Pero, a pesar de lo prometedor de la roca, los científicos se muestran cautelosos y señalan que las características visibles en la piedra no son la prueba irrefutable de que hubo vida microbiana en Marte. Al menos, de momento. Es posible, por ejemplo, que el sulfato de calcio observado haya entrado en la roca a temperaturas inhabitables, tal vez durante una erupción volcánica pasada que ocurrió cerca del lugar. De hecho, en las vetas encontraron cristales de olivino de tamaño milimétrico, un mineral que se forma a partir del magma. Sin embargo, los científicos afirman que aún no se sabe si tales reacciones químicas no biológicas podrían haber dado lugar a las manchas con anillos negros observadas. Los investigadores de Perseverance ya han llevado a cabo todos los exámenes posibles 'in situ', mirando la roca tanto de día como de noche, desde todos los ángulos posibles. En palabras de Farley: «Desde el punto de vista científico, Perseverance no tiene nada más que ofrecer». Es por ello que, para confirmar si esa roca es la prueba de que hubo vida microbiana en Marte hace tiempo, la muestra debería regresar a la Tierra para ser analizada en nuestros laboratorios. Y así está previsto, al menos en principio. La misión Mars Sample Return , una colaboración de la NASA con la Agencia Espacial Europea (ESA), está agendada para finales de esta década. Sin embargo, en los últimos meses, el ambicioso proyecto lleva topándose con muchas trabas burocráticas y económicas después de que su presupuesto se disparara hasta los 11.000 millones de dólares (unos 10.140 millones de euros). Tal y como está planteado ahora mismo, el programa requiere de múltiples lanzamientos a Marte para colocar un vehículo en el Planeta Rojo. Después, Perseverance -en cuyo interior se acumulan algunas de las muestras más prometedoras- se acercará al vehículo recién llegado que lance las muestras a la órbita marciana. Tras esto, una nave las recogerá y las traerá de vuelta a la Tierra. La NASA está evaluando varias alternativas más simples propuestas por grupos industriales y académicos y otorgó contratos por 1,5 millones de dólares (1,4 millones de euros) a siete compañías que están estudiando el proyecto; tres de los propios centros de investigación de la agencia también están realizando estudios pero, de momento, la misión aún está en el aire. Y las prometedoras muestras en Marte.