El director de la ceremonia de los Juegos de París desmiente haberse burlado de la última cena
París. El director artístico de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, Thomas Jolly, negó el domingo haberse burlado de la última cena de los evangelios en uno de los momentos del espectáculo, criticado por la extrema derecha y el episcopado católico.
“Nunca encontrará por mi parte ningún deseo de burlarme, de denigrar nada. Quise hacer una ceremonia que reparara, que reconciliara. También que reafirmara los valores de nuestra República”, dijo a la cadena de televisión BFMTV.
En uno de los momentos de la ceremonia del viernes, llamada “Festividad”, aparecía un grupo de personas en una larga mesa, incluidas varias drag queens, que recordaba la última cena, la comida final que según los evangelios Jesús compartió con sus apóstoles antes de su crucifixión.
La conferencia episcopal Francesa (CEF) condenó el sábado lo que considera “escenas de mofa y burla del cristianismo”.
Pero según Jolly, la última cena “no fue mi inspiración”. “La idea era más bien hacer un gran festival pagano conectado con los dioses del Olimpo... Olympus... Olimpismo”, aseguró.
En el mismo sentido, el comité organizador de los Juegos dijo el domingo que no hubo intención de faltarle el respeto a nadie.
“Nunca hubo ninguna intención de faltarle el respeto a ningún grupo religioso en absoluto”, dijo Anne Descamps, directora de comunicaciones del comité organizador en una conferencia de prensa.
“Si alguien se sintió ofendido, lo sentimos mucho”, añadió.
A pesar de la polémica sobre algunos momentos, la ceremonia fue acogida en Francia con entusiasmo casi unánime.
Los organizadores de París-2024 tuvieron este domingo que salir en defensa de una polémica escena durante la ceremonia de apertura, que la ultraderecha de Francia y varios países europeos interpretó como una ofensa a los cristianos.
La escena en cuestión, que pudo verse en la ceremonia del viernes, se llama “Festividad” y muestra al inicio a varias drag queens sentadas a la mesa.
La escena evoca la última cena de Jesús con sus apóstoles, pero a continuación aparece Philippe Katerine, un cantante muy popular en Francia, casi desnudo, pintado de azul y con guirlandas de hojas y frutas, lo que da a la escena un tono báquico.
“Nunca encontrará por mi parte ningún deseo de burlarme, de denigrar nada. Quise hacer una ceremonia que reparara, que reconciliara. También que reafirmara los valores de nuestra República”, dijo a la cadena de televisión BFMTV el director artístico de la ceremonia de apertura, Thomas Jolly.
“Sin intención de faltar al respeto”
Jolly argumentó que la última cena no fue su “inspiración”.
“La idea era más bien hacer un gran festival pagano, conectado con los dioses del Olimpo... Olympus... Olimpismo”, aseguró.
En este sentido, varias cuentas de redes sociales remitían al cuadro “El festín de los dioses”, un cuadro del siglo XVII firmado por Jan Harmensz van Biljert, conservado en un museo de Dijon, en el este de Francia.
“Nunca hubo ninguna intención de faltarle el respeto a ningún grupo religioso en absoluto”, abundó Anne Descamps, directora de comunicaciones del comité organizador (COJO) en una conferencia de prensa.
“Si alguien se sintió ofendido, lo sentimos mucho”, añadió.
“Mofa” al cristianismo
El arranque de la escena, que incluye a las drag queens Nicky Doll, Paloma y Piche, reconocible por su barba rubia, fue fustigado por un amplio abanico de actores políticos: desde la conferencia episcopal francesa, que habló de “mofa” al cristianismo, a diputados de extrema derecha locales -espectáculo “woke”, dijeron- y Matteo Salvini, el líder de la Liga italiana, que tiene un marcado carácter antiinmigración.
Tampoco faltaron las críticas a la ceremonia por parte de dos gobiernos que han hecho del cristianismo un elemento identitario, Hungría y Rusia.
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, afirmó el sábado que la ceremonia, que homenajeó igualmente a diez figuras históricas del feminismo francés, reflejó la “debilidad y la desintegración de Occidente”. “Se despojaron poco a poco de los vínculos metafísicos, con Dios, la patria y la familia”, incidió.
Y en Rusia, que como medida de castigo por la invasión de Ucrania no cuenta con delegación nacional en los Juegos, la portavoz del ministerio de Exteriores, María Zajárova, dijo que la escena “Festividad” fue una “burla de una historia sagrada para los cristianos” con “apóstoles representados por travestis”.
Una ceremonia bien acogida
Críticas aparte, la ceremonia inaugural fue en general bien acogida en Francia y elogiada por su vistosidad y momentos emotivos, como la reaparición de la cantante canadiense Céline Dion tras años apartada de los escenarios a causa de una enfermedad neurológica, o el encendido del pebetero en el Jardín de las Tullerías a manos de los franceses Marie-José Perec y Teddy Riner.
Una encuesta del grupo Harris, solicitada por los organizadores de los Juegos, arrojó que el 86% de los encuestados en Francia vio con buenos ojos la ceremonia inaugural, en la que las delegaciones desfilaron por e Sena a bordo de más de 80 barcos.
El presidente francés, Emmanuel Macron, dijo el sábado “enorgulleció a sus compatriotas”, y el COI dijo en tono elogioso que la edición parisina no es una “piedra” en la historia del olimpismo, sino más bien “una montaña”.