Qué gran ocasión ha desperdiciado el patrimonio, perdón matrimonio, Pedro Sánchez-Begoña Gómez hallándose como se hallaba en París. Porque habiéndose graduado en los artificios de cómo llegar a ser él doctor y ella directora de una cátedra de la Universidad Complutense de Madrid, lo normal hubiese sido dar aviso de su estancia en la capital francesa a Christine Neau-Leduc , presidenta de la Universidad de París 1, La Sorbona, para hablar, entre colegas como son, de la posibilidad y conveniencia de llegar a acuerdos a nivel particular, docente- universitario, europeo y hasta interplanetario, sobre intercambio de conocimientos de doctorados, patrocinios, subvenciones, ayudas, becas y toda clase de sinecuras. Y por qué no, llegado el caso y alcanzado el pertinente acuerdo, impartir un curso – incluso de verano dado que ya estamos en él -- sobre Transformación Social Competitiva , materia especialidad de doña Begoña. Sólo alguien con su ilustración y capacidad de iniciativa es capaz de transformar, y muy competitivamente, los usos y maneras de una universidad como la Complutense hasta el punto de convertirse en directora de una cátedra sin título habilitante para ello pero sí, y eso ha sido determinante, contar con «experiencia profesional y relación profesional con los temas asociados a la cátedra y por su relación con la Complutense», según manifestó su rector, Joaquín Goyache , en su declaración como testigo en las diligencias que lleva a cabo el titular del Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid, Juan Carlos Peinado . Joaquín Goyache ha sido citado como testigo del caso Begoña, para que dé cuenta de su relación con la esposa del presidente del Gobierno. Y ya ha declarado que recibió una llamada de la secretaria de Begoña Gómez convocándole a una reunión para tratar de asuntos de su interés. De ella. Tan convincentes fueron los argumentos esgrimidos por doña Begoña que el magnífico rector de la Complutense puso en marcha los mecanismos para que accediese a la dirección de la cátedra Transformación Social Competitiva. Sin duda, la responsable de La Sorbona , universidad fundada en el siglo XII y con consolidado prestigio intelectual a lo largo de su dilatada historia, también se habría mostrado muy interesada por conocer las razones y triquiñuelas sobre cómo es posible que una universidad como la que lleva el nombre de Camilo José Cela , pueda otorgar un título de doctor como lo ha concedido en alguna ocasión –y no hay necesidad personalizar quien o quienes fueron los beneficiados por aquello de que señalar es muy feo- sin necesidad de que el doctorando efectuase sesudas y complejas investigaciones, consulte abundante bibliografía y redacte sus propuestas sobre la tesis objeto de sus indagaciones, porque plagiando, que es gerundio, también se podía acabar doctorado. ¿Cómo no se le pudo ocurrir a ninguno de los más de ochocientos noventa asesores de Pedro Sánchez y sus ministros la posibilidad de celebrar algo con tanta grandeur como es un tête-à-tête con doña Cristine Neau-Leduc, con todo lo que de beneficioso tendría para las mutuas relaciones franco (con perdón,) - hispanas? Asesores que mejor harían si le apuntasen a Pedro Sánchez que, si los deportistas españoles se ponen a ganar medallas sin parar, lo que sería muy de agradecer y festejar, el presidente debería volver a Francia para festejar con ellos el éxito y se colgase sus medallas, sin que a ninguno le diese por hacerle un Carvajal. Y de paso, quedar con la presidenta de La Sorbona, explicarle como debe guiar su universidad con recto criterio y mayor ponderación y, al mismo tiempo, por aquello de nunca dar puntada sin hilo, convencerla que sería de gran provecho para sus universitarios recomendarles la lectura del texto «Manual de resistencia».