Hasta hace dos días, el historial olímpico de Guatemala se reducía a una medalla. En Londres 2012 el marchador Erik Barrondo , plata en los 50 kilómetros, inauguró el palmarés del pequeño país centroamericano. Ahora, sin embargo, ya tiene tres. El martes la consiguió Jean Pierre Brol , plata en foso olímpico, y este miércoles, en la misma prueba, se ha colgado el oro Adriana Ruano . Ofreció Ruano un concurso casi perfecto y eso que se relajó al final, cuando ya se sabía campeona olímpica. En su país la recibirán como a una heroína. Cuando Brol consiguió su medalla, los coches salieron a la calle de la capital, con algarabía de cláxones, gritos y banderolas. Al menos en el campo de tiro de Chateauroux, Guatemala se ha convertido en una potencia. Nadie lo hubiera imaginado en febrero, cuando seguía vigente el veto del COI a su participación en unos Juegos Olímpicos. Desde septiembre de 2022 Guatemala formaba parte, junto con Rusia y Bielorrusia , de los países oficialmente apestados, aunque por motivos muy diferentes. Los guatemaltecos no han invadido ningún territorio, pero el COI les sancionó por «la intromisión de las autoridades en el movimiento olímpico». El origen de esta expeditiva decisión tiene lugar en una confusa pelea entre dos exdeportistas, Gerardo Aguirre y Jorge Rodas , por la presidencia del Comité Olímpico Guatemalteco (COG). La habitual esgrima de insultos, recursos y apelaciones acabó con una resolución de la Corte de Constitucionalidad en virtud de la cual se anularon varios artículos del estatuto del COG, lo que supuso una «injerencia política inadmisible» para la institución que preside Thomas Bach . Este burocrático juego de poder y de ambiciones amenazaba con dejar a los atletas guatemaltecos en barbecho o a lo sumo compitiendo con bandera blanca, en las mismas condiciones que los rusos o los bielorrusos. En marzo de este año, sin embargo, el COI accedió a levantarles «provisionalmente» el veto «en interés de los deportistas». Jean Pierre Brol y Adriana Ruano lo han aprovechado. «Yo he tratado de vivir ese proceso lo más tranquila posible», confesaba Ruano recién bajada del podio. «Si algo me ha enseñado la pandemia es que las cosas pueden cambiar de la noche a la mañana. Cuando nos aplicaron la suspensión, continué con mi trabajo. Si no podemos ir con nuestra bandera, habrá alguna otra forma y, si no, lo dejaremos para Los Ángeles . Había que seguir. Cuando la gente tiene un problema no se para, continúa. Pero es muy bonito poder representar a nuestro país». El caso de Adriana Ruano es singular no solo por eso. Quedó la última clasificada en Tokio y ahora consigue la medalla de oro en París. Nunca lo hubiera soñado porque ella era gimnasta y su intención era, algún día, acudir a unos Juegos Olímpicos con el equipo guatemalteco. Sin embargo, una grave lesión de columna en el año 2011, precisamente cuando preparaba la clasificación para Londres 2012, frenó su progresión y le hizo retirarse. «Ahora agradezco a Dios esa lesión», sonríe. Al tiro lo llevó un amigo de su hermano, que la invitó a probar con la escopeta. «Al principio ni siquiera me gustaba -confiesa-. Lo utilizaba como una terapia mental, pero poco a poco fue entrándome la pasión por este deporte». Ruano se considera inspirada por Rafa Nadal : «Pero no solo porque haya ganado tantos títulos -puntualiza-, sino porque es una buena persona. Y eso me parece lo principal». Mientras conversa, su psicólogo, Ricardo González, acuna la medalla de oro como si fuera un bebé. En Chateauroux, Adriana ha estado arropada por toda su familia y se le quiebra la voz al recordar a su padre, que murió un mes antes de los Juegos de Tokio : «Fue un momento muy difícil. Cuando quedé la última, tuve la sensación de que le había fallado a mi papá. Por eso tengo ahora tantas emociones juntas».