El imperativo "absolutamente excepcional" que la RAE no recoge: "El único caso en español"
Imaginen que quieren ordenar o indicar a alguien que salga al encuentro de una tercera persona. Por ejemplo, una madre que conmina a su primogénito que vaya al encuentro de su hijo menor, que acaba de salir del colegio: "Sal al encuentro de tu hermano", sería el correcto uso aquí del imperativo singular.
Pero ¿y si es el primogénito el que le pregunta a su madre por el paradero de su hermano? Verbigracia: "¿Dónde está mi hermano?", pregunta el hijo mayor. "Acaba de salir del colegio, sal al encuentro de él".
Sin embargo, ya entonces hemos incurrido en el uso de una alternativa. La réplica natural de la madre hubiera sido "salle al encuentro" o "sal-le al encuentro", ambas fórmulas incorrectas en español según la [[LINK:TAG|||tag|||633615701e757a32c790bc78|||Real Academia de la Lengua]], que dice lo siguiente al respecto del uso del imperativo de salir con el enclítico le:
Nuestro sistema ortográfico no cuenta con recursos para representar la secuencia fónica consistente en la articulación de dos eles seguidas dentro de una palabra, lo que en español resulta, por otra parte, absolutamente excepcional; las grafías 'salle al encuentro' o 'sal·le al encuentro' no se consideran, pues, correctas.
De hecho, lo natural es que, en su lugar, se generen expresiones en las que el pronombre de dativo se sustituye por el sintagma correspondiente (o, incluso, por un posesivo: sal a su encuentro) o en las que el verbo salir aparece en infinitivo como núcleo de una perífrasis modal de obligación (tener que + infinitivo; deber + infinitivo; haber de + infinitivo; la impersonal haber que + infinitivo).
Por ejemplo: "Mas tú, guardando el sin igual decoro que guardas en empresas exquisitas, sal al encuentro luego a esta canalla, puesto que perderás en la batalla" ('Comedia
famosa de la casa de los celos y selvas de Ardenia', [[LINK:TAG|||tag|||63361bfbecd56e3616932988|||Miguel de Cervantes]])